martes, 29 de septiembre de 2009

20 de junio: El Diario

¡Esto es muy frustrante! Llevo cinco días enterrada como un ratón de biblioteca entre montañas de libros, archivos, crónicas, memorias y documentos más viejos que toda mi familia junta. Ni siquiera en temporada de exámenes he asado tanto tiempo en una biblioteca. Pasado mañana es la reunión con la maldita Asamblea, ¡y yo no tengo la más mínima pista de en dónde narices puede estar escondido el dichoso Diario!
Y creo que no me queda nada más por leer. Me he leído las Crónicas Completas de Falcinschi, la Historia Compendiada de Nelba, ¡incluso los Anales Recuperados de Masser! Y cuando la historia me falló, recurrí a las leyendas. Y así, me he leído las Fábulas Fantásticas de Trocotopoulos, los Cuentos Antiguos de Lleyma, las Leyendas y tradiciones populares de Omae, ¡hasta uno que se titulaba La Reina: verdad y leyenda en la vida de la primera soberana! Y no resultó ser más que una elegía totalmente carente de todo tipo de estudio serio. No mencionaba nada de cómo llegó a ser reina, ni de los poderes que tenía, ni explicaba la maldición del Bosque, ni mucho menos hacía mención alguna al Diario. ¡Aggggggggg, esto es horrible!
-Yeny, te he traído una taza de té.
Es Eiris. Lo que significa que deben ser ya las 6 y media. Siempre me trae algo que tomar a las 6 y media: una taza de té, un café, un zumo...aderezado con el mejor bocata de jamón serrano y queso que he probado en mi vida. Y no es que yo le haya pedido que lo haga. Lo hace porque quiere. Lo cual, como diría alguien, “me llena de orgullo y satisfacción”.
-Muchísimas gracias Eiris-le sonrío mientras doy un sorbo al té y comienzo a devorar como una loba hambrienta el bocadillo.
-¿Ninguna pista acerca de dónde está el Diario?
-No Eir, aún no.
Claro que Eiris sabe que estoy buscando el Diario de la Reina. De la misma forma que sabe que soy la Dama. Lo cierto es que es un poco difícil que no me lo haya preguntado nadie después de que llevo seis días paseándome vestida de blanco y con el pelo suelto por los jardines reales justamente cuando toda la corte en pleno se reúne para almorzar. Vale, admito que es un pelín descarado pero…¿qué le voy a hacer? La discreción nunca ha sido mi fuerte. Además, la cuestión era desatar los rumores, ¿no? Pues desatados están.
Lo cierto es que no se qué hubiera sido de mí estos últimos días sin Eiris. Sin sus refrigerios de las 6 y media, sin sus empeños en que descansase por las noches, sin su apoyo…Lo cierto es que le estoy cogiendo cariño y todo. Si estuviéramos en mi pueblo, me iría de compras con ella. De hecho, me ha enseñado a vestirme y a peinarme sola. Y en qué ocasiones tengo que llevar cada vestido. Ella me pone al día de los asuntos de la corte: quién se lo monta con quién, quién es el cónyuge de quién y demás filiaciones, aventuras y cotilleos varios. Las normas de protocolo al comer y al hablar, y ha prometido enseñarme a bailar en cuanto todo este lío pase.
Yo por mi parte, le hablo de mi vida antes de llegar aquí. Del cine y de las fiestas, de la televisión, la música y la forma de vestir. Le hablo de los teléfonos móviles, los ordenadores, los reproductores de mp3, mp4 y Ipods, Internet, el colegio, Bachillerato, la Universidad, los microondas, als lavadoras y las máquinas de coser. Y ella dice que tengo una imaginación desbordada. Se ríe y sacude la cabeza. Cuando el pregunto si es que acaso le parecen imposibles, responde que tratándose de mí, cree que todo es posible.
Y también me ha estado apoyando muchísimo con todo lo de ser la Dama. Lo cierto es que la forma en que se enteró fue francamente…extraña. Al menos para ella. Hace cuatro días estaba yo en mi habitación enterrada entre montañas de libros cuando se me acerca Eiris y me pregunta:
-Yeny, ¿eres tú la Dama?
Y yo le contesté que sí con toda mi parsimonia.
Vale, puede que no fuera exactamente así, pero en esencia se el parece. El caso es que Eiris sabe que soy la Dama, que estoy buscando el Diario, y me ha estado prestando su apoyo cada vez que la responsabilidad me hundía y la frustración podía conmigo. Sólo hay una cosa de la que, a pesar de tenerme alterada perdida, no he podido hablarle a Eiris: Calen.
¿Cómo es posible que me guste tanto una persona que conocí hace apenas unos días? ¿Cómo es posible que me gustara tanto desde el primer momento? ¿Cómo es posible que me haya quedado tan colgada por él? Aún encima sé, que es algo imposible. Porque él siempre será el rey de Translot y yo la extranjera que no pertenece a este lugar. Una chica universitaria, estudiante, y normal. Aunque llegara a quererle lo suficiente como para adquirir con él un compromiso de por vida, yo nunca podría ser del todo feliz. No puedo renunciar a mi familia, a mis amigos, a toda mi vida, por él. Ni mis padres ni mis amigos saben dónde estoy. Deben de estar locos de preocupación, y yo no puedo quedarme aquí para siempre y permitir que me den por desaparecida, por secuestrada peor aún, por muerta. No puedo hacerles eso. No podría vivir tranquila sabiendo que ellos sufren. Y por supuesto., no podría vivir en un lugar que me impidiera ser yo misma. Donde no pudiera actuar de acuerdo a mi modo de ser, ni expresar mis ideas como quisiera. No puedo quedarme aquí. Es del todo imposible. Y por tanto, no puedo atarme a Calen todo lo que él quisiera. Lo nuestro estaría condenado al fracaso.
Por eso he estado intentando evitarle todos estos días. Procuro no cruzarme con él en los pasillos, declino amablemente sus invitaciones a comer y me he ausentado cortésmente de los últimos banquetes para no tener que sentarme al lado suyo. Ni lo veo, ni hablo con él. Me concentro todo lo que puedo en investigar todas estas montañas de libros y en encontrar alguna pista de en dónde puede estar el dichoso Diario. Y esa tarea me tiene tan absorbida, que en un principio mi mente no debería tener capacidad suficiente como para poder pensar en otra cosa. Y sin embargo no es así.
Cuanto más me alejo de Calen, más le evito, y más me convenzo a mí misma de que lo nuestro es imposible; más pienso en él, más me gusta y más desearía estar a su lado. ¿No resulta paradójico? Pues no, no es paradójico. Es una soberana putada. Parece mentira que tenga tan poco control sobre mí misma. A mi edad, debería tener un mayor dominio sobre mis sentimientos, debería ser consecuente con lo que mi propia razón me dice. Pero la única explicación que encuentro a este cruce de sensaciones que me embargan, es una frase que oí hace tiempo y que hasta la fecha me resultada inmensamente absurda: el corazón tiene razones que la razón no entiende. Porque si no, no entiendo cómo es que mi cerebro que no deja de gritarme que me aleje de Calen porque esto es imposible, y yo le haga caso omiso porque mi corazón no deja de susurrar su nombre. Cada vez que recuerdo cómo nos conocimos…, aún me duele la cabeza. Cuando me monté en el caballo y me agarré a su cintura y mi mundo dejó de girar. La intensidad con que nos mirábamos en la cena, la atracción que sentíamos en el desayuno, cuando sólo existíamos nosotros dos. Y cuando dormimos juntos… En especial cuando dormimos juntos… Cuando me abrazó, cuando me acarició el pelo, cuando me besó en la frente… ¿Cómo no voy a sentir que me estremezco al recordar todo esto? ¿Cómo voy a fingir que estoy hecha de hielo? ¿Cómo le voy a hablar de todo esto a Eiris? ¿Cómo voy a contarle a nadie que estoy hecha un auténtico lío? Y sobre todo, ¿cómo voy a mirar a Calen a la cara y fingir que nada a pasado? ¿Cómo voy a mirarlo y reprimir las ganas de correr a abrazarle y besarle hasta quedarme sin aliento que me entran? ¿Cómo voy a decirle que necesito ahorrarme problemas y que, por eso, me he convertido en el tipo de persona que él tanto odia? ¿Por qué un sentimiento que se supone ha de ser hermoso tiene que doler tanto?
-Yeny, llevas ya cinco días enterrada entre montañas de libros, ¿cómo es posible que no tengas una sola pista?
-Sí que tengo una pista.
-Ya. ¿Te refieres a esa llavecita que no te has quitado del cuello en toda la semana?-pregunta irónica.
Sí. La llave que me dió Calen es la única pista que tengo. Me la colgué al cuello junto a mi medallón. No quiero perderla. Es lo único que tengo para encontrar el Diario. Y por otra parte…me recuerda a Calen.
-Bueno, pero al menos es algo, ¿no? Ya sé que esta llave abre algún sitio, sólo tengo que averiguar qué sitio abre.
-Eso es obvio Yeny. Esa llave es de un secreter.
¿Un secreter? Y…
-¿Eso qué es, Eir?
-Es una especie de comodín, sólo que al menos un de los cajones lleva una cerradura y en ellos se suelen guardar documentos importantes o joyas.
Bueno, eso reduce considerablemente mi búsqueda. Y qué carajo, resulta muy lógico. Si yo escribiera un diario, también lo guardaría en algún cajón de mi habitación. Así que, seguramente, el secreter esté, con su Diario escondido en él, en la habitación de la Reina. Sin embargo, ¿cómo es posible que nadie haya entrado y lo haya cogido ya? Sería algo tan sencillo como entrar en la habitación y coger el Diario, cual si estuvieras en un bufett libre: “entre y sírvase usted mismo”.
-¿Qué piensas, Yeny?
-Estaba pensando…que quizás esta llave abre el secreter en que está escondido el Diario. Y el secreter debe estar seguramente en las habitaciones de la Reina. Así que sólo tengo que entrar en esa habitación y cogerlo. Eiris, ¿sabes dónde estaban las habitaciones de la Reina?
Eiris no responde. Su cara, de repente, adopta una expresión sombría. Se ha puesto muy blanca, y se retuerce las manos con evidente nerviosismo.
-Eiris, ¿estás bien?-pregunto preocupada.
Pero ella no responde a mi última pregunta, sino que murmura con voz casi inaudible:
-Su habitación estaba en el castillo, en el centro del Bosque.
-Bueno, pues voy al Bosque, entro en el castillo y cojo el Diario.
-¡NI SE TE OCURRA!
Menos-mal-que-Eiris-era-una-persona-tranquila. Llega a ser nerviosa y me muerde. Si es que se ha puesto tan roja que por un momento pensé que iba a gritar que me cortaran la cabeza. Joder, quién iba a esperar ese tipo de reacción por parte de ella. Y sólo porque he dicho que iba a entrar al Bosque. ¿Qué tendrá esa mujer en contra del Bosque? ¿Es que no es ecologista como todo el mundo hoy día?
-Yeny, ese sitio es peligroso. Muy peligroso-afirma mirándome fijamente a la cara-. No entres ahí. Podrías no salir.
¡Menuda tontería!
-Pero qué dices Eiris. ¿Qué clase de tontería es esa?
-Yeny, te lo digo muy en serio. ¿No conoces la leyenda de la muerte de la Reina? Cuando ella murió, el Bosque comenzó a atacar a todo aquél que había dentro.
-Eiris eso es sólo una leyenda.
-Yeny, nadie que haya entrado en el Bosque ha salido con vida de él. O al menos en su sano juicio.
Eiris se acerca a las estanterías, coge un libro, comienza a rebuscar entre sus páginas, y me lo tiende señalando con el dedo la página que ha escogido. ¿Por qué no me suena ese libro?
-Cuando la Reina murió, hubo un grupo de entre los supervivientes que intentó volver al Bosque a recuperar los cuerpos de los difuntos. Peor al mayor parte de ellos nunca volvió. De los 15 que entraron, sólo 4 salieron con vida. U murieron a los pocos días de unas extrañas fiebres. Y durante esos días no dejaron de relatar incoherencias acerca de horribles ramas enroscándose en sus torsos y hojas que les atravesaban como cuchillos. Y uno no cesaba de repetir: “la sangre por la sangre, la sangre por la sangre”. Yeny, si entras ahí dentro, morirás.
Acojonante. Me ha dejado acojonada. ¿Así que el Bosque se dedica a matar a la peña? Bueno…no me extraña que Eiris tenga tantas ganas de quemarlo. Pero con o sin Bosque asesino tengo que llegar hasta ese castillo y encontrar ese Diario.
-Tiene que haber otra forma de entrar, Eiris. Calen me dio esta llave por algo, y debe de haber pasado por su familia de generación en generación. La leyenda dice que la Reina tenía un hijo, quien se convirtió en rey. Él debió de recibir la llave de su madre. La Reina debió de decirle dónde escondió el Diario. ¿Este castillo comenzó a construirlo el hijo de la Reina?-Eiris asiente con la cabeza-Entonces tiene que haber alguna manera de llegar hasta ese Diario. Ese hijo tuvo que encontrar alguna vía de conectar con las habitaciones de su madre para poder custodiar el Diario desde aquí. Vigilar así que no cayera en manos de los conjurados.
-¿Cómo? ¿Te refieres a alguna especie de pasadizo o algo semejante?
-Sí, por ejemplo.
-Pero eso supondría atravesar el Bosque…por debajo. Pondría en peligro cientos de vidas en su construcción. ¡Podrían haber muerto decenas de personas en esas obras! No creo que jamás e atreviera a construirlo.
-A veces, el bienestar de muchos supone el sacrificio de unos pocos. Eiris, si encuentro ese Diario, sabré cómo romper la maldición.
-Pero aunque construyeran ese pasadizo, ¿dónde está? ¿En qué lugar lo construiría como para tenerlo lo suficientemente cerca todo el tiempo?
Eiris y yo nos miramos.
-¡En sus habitaciones!-exclamamos a la vez.
-Tengo que entrar en la habitación de Calen. ¿Sabes dónde está?
-Por supuesto que lo sé, pero no será sencillo. Su habitación está muy, muy bien vigilada.
-Tú sólo llévame hasta ella. Yo me encargo del resto.
No es que me apetezca demasiado. Sobre todo si Calen está dentro. Pero no tengo otro remedio. Tengo que encontrar ese Diario como sea.
-¿Y cómo piensas allanar la fortaleza inexpugnable?-pregunta con marcado sarcasmo.
-Una Dama tienes sus métodos-respondo.



Veinte minutos después, Eiris y yo estamos agazapadas en los arbustos cercanos a la habitación de Calen. Al parecer su cuarto es muy similar al mío, incluido el balcón. Así que entraré por ahí. Dos guardias armados custodian su acceso. Tendré que hacer uso de todo mi ingenio para esquivarlos.
-Muy bien, sapientísima Dama, ¿qué piensas hacer ahora?
No creo que le guste demasiado lo que se me ha ocurrido.
-Eir, cuando yo te diga, chilla. Y cuando te pregunten qué ha ocurrido, di que un encapuchado te atacó y que ha salido huyendo en dirección a los jardines.
-¿Qué estás tramando?
Pero no el respondo. A pesar de sus protestas, le revuelvo el pelo, le desordeno la ropa y la empujo fuertemente contra el suelo. Entonces me alejo un poco de ella y me escondo.
-Ahora Eiris-le indico.
Al grito de Eiris, los dos guardias acuden presurosos. No me espero a ver si se tragan la excusa que me he inventado. En cuanto despejan la entrada, corro en dirección a ella, salto la valla del jardín y subo corriendo las escaleras. Pero la puerta está cerrada. ¡Mierda! ¿Y ahora qué hago? ¿Rompo el cristal y hago ruido, o fuerzo la cerradura? Forzaría la cerradura, pero para ello necesitaría una ganzúa o algo que se le asemeje, como por ejemplo…¡una de las horquillas que se ha empeñado Eiris en ponerme en el pelo esta mañana! Dios, cómo quiero a esa muchacha.
Me quito una de las horquillas del pelo, y abro la puerta con ella. Cuando todo esto acabe, le diré a Calen que necesita más guardias y mejores cerraduras. No puede ser que haya resultado tan simple infiltrarme aquí. Que una tiene un estilazo como espía que no puede con él, pero no es Mata-Hari.
Por fortuna, la habitación tiene toda la pinta de estar vacía. Menos mal, porque si no, a ver cómo le explico yo a Calen qué estoy haciendo en su habitación. ¡Ostras tú, que estoy en su habitación! Bufff, en otras circunstancias esto resultaría muy interesante… Pero no Yeny, estás aquí con un objetivo clarificado. Cíñete al plan. ¡Cíñete al plan! Registrar la habitación primero; pensar en lo que estás haciendo después.
Pues a lo dicho. Que me he puesto a registrar la habitación, pero como si la hubiera estado barriendo. Ni rastro de puertas secretas, palancas, pasadizos, ni nada que se le asemeje. Nada en la chimenea, los candelabros, ni ninguna puerta detrás de los tapices, los retratos, los espejos mi los muebles. No es que sea una experta Indiana Jones, pero de haber algo, lo habría encontrado.
Me equivoqué en mi teoría. Lo mejor será que me marche de aquí antes de que venga alguien. Aunque ahora que digo…¿cómo hago para salir de aquí? Si es que soy gilipollas. Me he metido en el laberinto sin Ariadna que me guíe hasta la salida, y ahora estoy a punto de ser devorada por el Minotauro. El plan A para entrar aquí dentro salió de puta madre, pero no se me ocurrió desarrolla un plan B para salir. Ya decía yo que algo se me olvidaba.
Aunque apenas tengo tiempo de preocuparme por esta cuestión, porque para cuando quiero darme cuenta, unas voces en el pasillo me sacan de mis pensamientos.
-¿Estáis seguro de lo que decís? ¿Lady Deyanira?-dice la primera voz.
-Tal y como os lo cuento, Gern.
¡Joder, son Calen y Gern! Ahora sí que estoy metida en un gran lío. ¿Qué hago ahora? Piensa Yeny, piensa. Tienes que esconderte. Pero, ¿dónde? Al balcón. No en el balcón no, te verán los guardias.
-Pero pasemos a mi habitación y allí te contaré con más detalle-dice Calen.
¡Oh, no, van a entrar! No hay tiempo para huidas Yeny. Métete debajo de la cama. Oh, espero que se hayan encargado de barrerla bien.
Justo en el instante en el que yo me escondo bajo la cama de Calen, él y Gern entran en la habitación y se sientan sobre ella.
-Es que no me lo puedo creer Calen. Vos y lady Deyanira… ¿juntos? ¿En la cama? ¿En su habitación? ¿Cómo se os pudo pasar por la cabeza?
Están hablando de lo de la otra noche. Calen le está largando a Gern todo lo que Perin se esforzó tanto en ocultar. Hombres. Y luego dicen de nosotras.
-Bueno, ella estaba asustada y muy nerviosa, y me pidió que no la dejara sola. Así que me quedé a dormir con ella.
-¿Y sólo dormisteis? Quiero decir… ¿de verdad que no hubo…? Ya me entendéis, ¿no tuvisteis…?
¡Que si echamos un polvo Gern! Que no es tan difícil preguntar si pasamos una noche loca.
-No Gern, sólo dormimos. Simplemente-exacto. Sólo dormimos.-. Aunque tuvimos suerte de que no apareciera nadie que pudiera descubrirnos. Y precisamente para evitar eso, yo me marché poco antes de que amaneciera, por su balcón.
¡Anda! Así que por eso amanecí yo sola. Con razón.
-Gern, me he decidido a revelaros esto porque sois mi amigo. Pero prometedme que no contaréis una sola palabra de lo que os he dicho ahora y de lo que vaya a deciros a continuación.
-Lo juro por la Santa Reina.
Por favor que no lo diga. Que no lo diga, que no lo diga, que no lo diga.
-Lady Deyanira y yo sentimos un intenso sentimiento el uno por el otro. Y en cuanto se anuncie que ella es la Dama, anunciaremos nuestra relación.
Lo dijo.
-¿Anunciaréis vuestra relación? Vaya, nunca antes habíais anunciado ninguna relación. Ni siquiera la que mantuvisteis con lady Ellia.
-Lady Ellia y yo sólo sentíamos una atracción meramente física. A lady Deyanira la quiero.
¡¿Qué me QUÉ?! ¿He oído bien? ¿Ha dicho que me quiere? Oh, no Calen. Por favor, no me lo pongas más difícil. Ya lo es bastante sólo con lo que yo siento por ti.
Me quiere. Eso quiere decir que no se conformará con un “hasta que me vaya”. Querrá un “siempre”. Y yo no puedo quedarme siempre. Debo volver a casa. Con mi familia. Con mis amigos. Para que no se vuelvan locos de preocupación. Debo volver. Aunque una parte de mí desee con todas sus fuerzas quedarse. Aunque una parte de mi alma quiera corresponder a su “siempre”. Peor no puedo. Querer no siempre es poder. A veces, querer no es suficiente.
Ahora sí que voy a tener que mantener lo a raya. Ahora sí que voy a atener que mantener las distancias. No puedo hablar con él de esto. No puedo volver a tener una conversación acerca de nuestros sentimientos. Porque si me hace la gran petición, si me pide que me quede con él, no estoy segura de que sea capaz de negarme. Por mucho que mi cabeza me repita que debo volver, mi corazón no deja de gritarme que me quede. Y cada vez estoy menos segura de a quién debo hacer caso.
-A partir de pasado mañana, haced que guardias armados custodien sus habitaciones Gern. Habrá que mantenerla protegida-ordena Calen.
-No os preocupéis mi señor. Encargaré su vigilancia a mis mejores hombres.
Pues apañada estoy entonces.
Para cuando quiero darme cuenta, Gern ya se ha ido, y Calen ha dejado la habitación a oscuras y se ha tumbado encima de la cama.
-Te veré pronto, Yeny-musita.
Oh, Calen. ¿Por qué cada vez es más difícil? Tengo que salir de aquí. Y pienso hacerlo por el balcón. Ya veré qué excusa le pongo a los guardias para justificar el que aparezca de repente en el balcón, peor está claro que aquí no puedo quedarme. Así que, pacientemente, espero a que Calen se duerma. Y cuando su mente debe estar ya en plena fase REM, salgo andando de puntillas en dirección a la puerta del balcón.
Pero en un momento que me giro para asegurarme de que Calen duerme, me tropiezo con una silla, sobre la que estaba posada una palangana, y los tres caemos al suelo con enorme estrépito. Joder, seguro que Calen se ha despertado. Vale Yeny, tú tranquila. Su visión se basa en el movimiento. Si me estoy quieta no me ve. Su visión se basa en el movimiento. Si me estoy quieta no me ve.
-¡Deyanira! ¿Qué estáis haciendo aquí?
Vale. Me ha visto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario