jueves, 17 de septiembre de 2009

11 de junio: No te alejes de mí

¿Era necesario que sacara a relucir el tema de la Dama? Anoche no hacía más que negarlo y deprimirse, y hoy precisamente tiene que nombrar con absoluto convencimiento la cuestión. Y para más inri, Perin tiene que quedarse a escucharlo todo. ¡Quiero quedarme a solas con ella!...otra vez.
¿Pero qué estás pensando Calen? Eres el rey. ¡El rey! ¡Compórtate como es debido! No pudres andar pensando en seducir mujeres como si fueras un simple granjero.
Debo comportarme. Debo serenarme. Tengo asuntos que atender. ¡Tengo 22 años y Deyanira un cuerpo de sílfide! Debo calmarme y comportarme. Existen asuntos más importantes que yo mismo. El reino primero. El bien de todos primero. Las diversiones después. Los instintos después. Deyanira después. Cuando Perin se marche. XP.
-Bueno milady-comienzo-, no hace falta que os informe acerca de quién creemos que sois ni por qué, puesto que ya hablamos largo y tendido sobre ellos anoche. Sabéis que la cuestión de vuestra identidad está muy clara por nuestra parte-nos señalo a Perin y a mí-, pero no es así por el total de los miembros del Consejo.
-¿El Consejo?-pregunta dudosa.
-El máximo órgano de gobierno del reino-explica Perin.-. Está formado por su Majestad, lord Gern, Lord Hierald, el venerable Masser y yo. El él se discuten y debaten todos los asuntos relativos al reino: desde la construcción de una presa, hasta la aprobación de una nueva ley. Su Majestad no da un solo paso sin consultarlo antes con el Consejo. Las decisiones que n él se toman son acatadas sin discusión por todos, estén de acuerdo con ellas o no. Incluso Su Majestad. En la última reunión celebrada ayer tarde, la discusión giró en torno a vuestra persona. Ya se ha decidido que sois la Dama.
-Y sin contar conmigo además.
-Pero aún no se va a hacer nada oficial, puesto que Hierald presentó una petición de confirmación ante la Asamblea de Eruditos-le aclaro.
Deyanira mira a Perin y pregunta:
-¿Una qué ante quién?
-Una petición de confirmación-explica él.-. La decisión que ha tomado el Consejo se lleva ante la Asamblea de Eruditos, donde se estudio y se debate. Normalmente no se suele pedir su opinión, pero en una cuestión de tal magnitud, lord Hierald decidió que sería deseable contar con la aprobación de la Asamblea. Su fallo a favor vuestro legitimaría por completo vuestra identidad.
-Él no cree que yo sea la Dama.
-No importa lo que él crea milady, mientras la Asamblea nos dé la razón-indica Perin.
-Pero, ¿por qué es tan importante la decisión de esa Asamblea? Habéis dicho que el Consejo era el máximo órgano de gobierno.
-Y lo es. La Asamblea es un organismo formado por los sabios más destacados del reino, cuya función es meramente consultiva-apunto-. El problema está en que, cuando se formula una petición de confirmación…sus decisiones son vinculantes. Es decir, que deben ser aceptadas y obedecidas. Por ello hay que procurar que la Asamblea esté de acuerdo con nosotros.
-Pero no os preocupéis por ellos niña. Organizaremos una buena alegación. Su Majestad en persona se encargará de vuestra defensa.
-¿Alegación? ¿Defensa? No entiendo nada… ¿Acaso se va a celebrar un juicio?
-No, no se va a celebrar ningún juicio-aclaro. Pero dentro de siete días exactamente, el Consejo celebrará una reunión extraordinaria con al Asamblea y le expondrá el caso. Lord Hierald argumentará el porqué se su opinión contraria a la evidencia. Y yo seré quien defienda vuestra causa. Aunque os prevengo: probablemente la Asamblea os haga llamar a la reunión para hablar con vos. Preparaos un buen discurso.
-Y reunid todas las pruebas que podáis-añade Perin.
No me hace falta oír sus pensamientos para saber lo que Deyanira está pensando: el Diario. Ésa es la prueba definitiva. Y sólo dispone de siete días para encontrarlo.
-Mi niña-dice Perin al ver la cara de preocupación de Deyanira-, entiendo que no estéis preparada para esto. Nadie os ha instruido en vuestros deberes, ni en lo que se espera de vos. Así que si necesitáis tiempo para asimilarlo, Su Majestad y yo nos encargaremos de todo y os excusaremos ante la Asamblea.
Deyanira se queda largo rato en silencio, con la mirada perdida. No puedo oír lo que piensa. Y me gustaría.
-Gracias, lord Perin, pero no necesito más tiempo para asimilarlo-anuncia por fin.- Ya lo asimilé bastante anoche. Es la hora de que tome conciencia de quién soy, y de cuál es mi deber. Vine aquí, al parecer, para libraros de la maldición del bosque. Y os juro, por la memoria de Mary Richomond
[1], que lo haré. Convenceré a esa Asamblea de que soy la Dama, aprenderé a usar mis poderes, descubriré como resucitar la Bosque, y romperé la maldición.
Perin esboza una sonrisa de satisfacción absoluta.
-No hay duda de que tenéis muy claro qué es lo que debéis hacer. Estoy seguro de que sabréis estar a la altura.
Creo que ése es el mejor cumplido Perin le ha dicho nunca ha nadie, o al menos que yo le haya oído decir jamás. Deyanira sonríe. Ella también lo entiende así.
-Si necesitáis ayuda para vuestro discurso-ofrece Perin-, pedídmela sin dudar.
-Gracias milord, lo tendré en cuenta.
No me lo puedo creer. Se ha ganado a Perin en apenas un cuarto de hora. A mí me costó tres años que me dijera algo semejante. Esta joven tiene un don.
-Entonces, ¿estáis de acuerdo e esperar a que la Asamblea decida antes de anunciar nada?-pregunto.
-No-responde resueltamente-. Deberíamos extender el rumor lo antes posible. Que el pueblo entero sepa que estoy aquí. Que el reino en pleno se entere de que mi cabello brilla y que mi voz es hechizante. Que todos sepan que la Dama ha llegado y está ansiosa de romper la maldición. Que presionen a la Asamblea.
-Pero por desgracia en la reunión se decidió que ningún miembro del Consejo hablaría sobre este tema-apunta acertadamente Perin.
-Pero yo no soy miembro del Consejo…
No percibo sus pensamientos, pero sé que algo trama. Se le nota en la cara.
-¿Qué urdís, milady?-pregunta Perin.
Ella sonríe inocentemente.
-No os preocupéis señores. Ningún miembro del Consejo desatará los rumores… De eso ya me encargo yo. Pero una vez el caso esté en conocimiento de la Asamblea, anunciad quién soy. Presionad a la Asamblea.
Presionar a la Asamblea…Un plan brillante. No osarán oponerse al pueblo. Brillante…y maquiavélico.
-En tal caso, si no hay nada más discutir, me retiro-anuncia Perin.
Se levanta, abandona su asiento, y se dirige a la puerta. Pero cuando casi ha salido, se gira y nos mira de forma inquisitiva.
-Se me olvidaba una cosa. Sea cual sea la relación que hay entre vosotros, dos, procurad que no trascienda de vosotros. Y sobre todo que no vaya a más. Ya sois lo bastante mayorcitos como para saber controlaros-y se va.
¡Por fin! Pensé que nunca se marcharía. Ahora Deyanira y yo podemos continuar con nuestra charla particular.
-¿Seguimos donde lo dejamos?-sugiero agarrándola de nuevo por la cintura.
-¿Estás loco? ¿Tú has visto esa cara? Es lo más disuasorio que hay en este mundo.
Qué razón lleva...
-A mí me lo vais a contar... Con deciros que en la sala del tesoro, en lugar de guardias apostados en la puerta, tenemos un retrato suyo...
En serio.
-¿De verdad?
-Completamente.
-¿Y Perin qué ha dicho?
-Chs...aún no lo sabe. Es un secreto...
Deyanira se ríe a carcajadas. Y yo también. Pero de repente, se calla y su expresión se torna triste. Se levanta, anda un rato por la sala, y se gira para hablarme.
-¿Qué es todo esto, Calen?
No entiendo a qué se refiere.
-¿Qué quieres decir?
-Que qué es todo esto. ¿Qué significa? ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué somos? Nos conocimos ayer, y nos pasamos toda la noche de miraditas hasta que acabamos durmiendo juntos. Y esta mañana me has...insinuado que podíamos haber ido más allá de un simple sueño, y ¡casi nos acabamos besando! ¿Qué significa eso Calen? ¿Qué significa para ti? ¿En qué nos estamos convirtiendo?
No tengo respuesta para sus preguntas. Yo mismo no estoy seguro de qué significa todo esto.
-No lo sé, Yeny. No se qué es lo que nos está pasando. Sólo se que es algo que nunca me había pasado con nadie.
Si hubiera hecho con alguna dama de la corte la mitad de las cosas que he hecho con ella, hace mucho que estaría casado.
-Calen, me gustas. Y mucho. Eres guapo, simpático, gracioso, inteligente, responsable, cariñoso, maduro...¡lo tienes todo!-¿eso es alguna extraña forma de decir que me quiere?-Y eso para mí es horrible, porque...corro el peligro de enamorarme de ti. Y he comprendido que eso sería muy doloroso. Puede que de momento no. Puede que mientras esté aquí sea precioso. Pero no duraría. Tarde o temprano me iré, regresaré a mi casa, y se que si lo hago nunca más volveré. Sé que nunca volveré a verte ni a saber de ti. Y allá donde voy, tú no puedes venir conmigo. No mientras seas el rey. Tampoco podrías si no lo fueras.
“Jamás tendríamos una relación normal. No al menos tal y como yo las entiendo. Con quien tú estés siempre será asunto de estado. Yo estaría siendo constantemente observada y juzgada. No podríamos tener prácticamente ningún tipo de intimidad. Mucho menos cuando se anuncie que soy la Dama. Y tampoco podríamos estar juntos sin evitar que ello derivase en matrimonio. Y no te ofendas, pero yo no estoy por la labor de casarme con 18 años. Y tampoco podría atarme tan profundamente a alguien sabiendo que no volveré a verle nunca.
¡Así que dime lo que sientes en realidad. Dime que sólo fue un impulso, un juego, que todo lo que ha pasado en realidad no significó nada para ti. Dímelo para que pueda renunciar a ti y atesorar todos estos recuerdos como una experiencia más. Dímelo para que no me enamore sin sentido.”
Tiene razón. En todo. Jamás podríamos tener una relación normal porque ninguno de los dos es una persona normal. Yo soy el Rey, y ella es la Dama. Nuestra relación complacería a muchos. El pueblo estaría contento. Seríamos la pareja perfecta. Pero no podrá durar. Ella tarde o temprano regresará al lugar de donde procede. Y si lo hace no volverá jamás.
Y tampoco estoy muy seguro de lo que siento por ella. Me atrae muchísimo. Y no sólo por su belleza, también...el espíritu libre que es. Siempre es ella misma, ni importa con quién trate, es absolutamente fiel a sí misma. Y cuando estoy con ella siento que yo también puedo serlo.
Lo que más odio de ser rey, es tener que comportarme siempre como tal. Me paso el día en reuniones interminables, llenas de aburridos y formalistas. No puedo ni salir del castillo si no es con un objetivo oficial. ¡No recuerdo la última vez que tomé unas cervezas con mis amigos! El tener que ser el Rey durante tanto tiempo ha provocado que deje de ser simplemente Calen. He dejado de ser yo para ser lo que los demás esperan que sea. Y no puedo seguir siendo otra persona. Necesito ser yo mismo de vez en cuando. Y con Deyanira puedo serlo. Porque su mismo carácter me permite serlo. Porque no espera que sea otra cosa. Eso es lo que más me gusta de ella. Eso es lo que más me atrae de ella. Y no pienso renunciar a eso.
-Deyanira, vivo en un lugar en le que todo el mundo espera que sea de una determinada manera. En el que todo el mundo se comporta tal y como se espera de ellos. Y si te comportas siempre tal y como se espera de ti, se pierde la autenticidad de ser uno mismo. Llevo 6 años siendo tal y como todo el mundo espera que sea. Y estoy cansado, muy cansado. Siempre tengo que comportarme como un rey, hablar como un rey, actuar como un rey, pensar como un rey... No recuerdo un solo día en el último sexenio en el que haya podido ser, simplemente, Calen. Hasta que llegaste tú.
“Tú eres completamente diferente de todas las personas de por aquí. Tú eres tú. Da igual con quién trates. Siempre eres tú. No dejas que nadie te detenga, ni te coaccione para no serlo. Tienes tan sumamente asumido un ideal de autenticidad absoluto, que es absolutamente imposible que no seas auténtica. Y cuando estoy contigo, me lo contagias. Cuando estoy contigo, no tengo que ser el Rey. No esperas que lo sea. Ni me lo exiges. Tu forma de ser, me deja ser yo mismo. Eso es algo que no tiene nadie más aquí. Eso es lo que más me atrae de ti. Lo que más me gusta. Lo que hace que, me consuma de deseos de estar siempre contigo. Por lo que más te admiro.
“Todo lo que hemos hecho juntos, desde mirarnos, hasta casi besarnos, significa mucho para mí. Porque lo he hecho porque he querido. Y no he hecho nada así por voluntad propia desde hace 6 años. Significas mucho para mí porque contigo puedo ser alguien normal. Puedo comportarme como lo haría un joven de 22 años normal. Enamórate de mí si puedes porque yo siento lo mismo. Seamos simplemente Calen y Deyanira.”
Me acerco para abrazarla, para besarla y no soltarla. Pero ella se aleja de mí.
-¿Tienes idea de lo que estás diciendo?-me encara-¿De lo que estás sugiriendo? Por Dios, Calen, nada me gustaría más que salir contigo, que estar contigo. Pero, ¿qué clase de relación tendríamos? No quisiera tener que mantener en secreto algo así. Quiero poder gritarle a los cuatro vientos que estoy contigo. Pero inevitablemente derivaría en matrimonio. Y sabes tan bien como yo que es imposible. Ni yo estoy dispuesta a casarme, ni quiero hacerlo. Tampoco duraríamos. Tarde o temprano me iré.
-Pues disfrutémoslo mientras dure. Tengamos una relación indefinida. Y si quieren que nos casemos, finjamos que estamos de acuerdo. Pero no pienso renunciar a ti, mientras estés aquí y pueda tenerte conmigo.
La abrazo. La abrazo todo lo fuerte que puedo. No pienso soltarla. Ni por un momento. Con la cabeza enterrada en mi pecho, ella murmura:
-Dame tiempo.
La suelto suavemente.
-¿Qué?
-Dame tiempo. Una semana. Hasta la reunión con la Asamblea. Hasta que todo el mundo sepa que soy la Dama. Ahorrémonos problemas de envidias y desacuerdos cortesanos, que bastantes tendremos después.
Tiene razón. Que sepan que estamos juntos después de que todos sepan que es la Dama. Evitará muchos problemas.
-Será difícil resistirse-le digo.
-Pero necesario-contesta-. Me voy a investigar el paradero del Diario. Sólo tengo seis días para encontrarlo.
-Sí, marchaos.
-Y Calen, a partir de ahora, y hasta que se enuncie lo nuestro, será mejor que evitemos estar a solas, y que nos tratemos de usted, incluso en privado. Para evitar...
-Males mayores-concluyo.
Ella asiente, da la vuelta y se marcha. Llamo para que vengan a recoger el desayuno y me voy a buscar a Perin. Se merece una explicación, después de todo. Se merece la verdad. Lo encuentro en el patio de armas, entrenando con Gern. Le pido que demos un paseo. Nos alejamos un poco dela multitud, en dirección a los jardines.
-¿Qué es lo que realmente pasó anoche con esa joven Calen?
-¿Cómo sabes que quería hablarte de eso?
-Chiquillo, te conozco desde que naciste y te he criado como a un hijo desde que tenías 12 años. No hay prácticamente nada que me puedas ocultar. Así que dime, ¿qué te pasa con esa joven?
-Creo que me estoy enamorando de ella, Perin.
-Hijo, ¿tienes idea de lo que estás diciendo?
-Anoche dormí con ella Perin. ¡Sólo dormimos, te lo aseguro! Ella estaba nerviosa por lo de ser la Dama, y yo no quise dejarla sola. Pero de todas formas sentí...que no quería que la noche acabara.
-Calen, ¿te estás oyendo? ¡Te estás metiendo en líos de faldas otra vez! ¡Y ya no tienes 15 años, no es sólo un juego infantil! ¡Esto es serio! ¿Cuántas familias nobles se ofenderían si supieran que tienes esos sentimientos hacia la que, de momento, consideran una simple extranjera? Más aún con lo mucho que te apremian para que contraigas matrimonio. Más aún con lo mucho que están insistiendo ciertas familias en que te desposes con sus hijas.
-¡Lo sé Perin, lo sé! Pero esto no se parece en nada a las otras veces. Esto no es un simple juego infantil. Lady Deyanira no es simplemente otra joven de la corte a la que cantaré canciones a la luz de la luna, y cuyos besos robaré desde su balcón. Esto va mucho más allá. Lo hemos hablado y hemos tomado una decisión madura y racional.
-¿Decisión madura y racional? ¡Santa Reina! ¿Qué clase de decisión es esa?
-Puesto que yo soy el Rey, y ella es la Dama, no es una relación ilícita ni descabellada. Posee el status y nacimiento adecuados. Anunciaremos nuestra relación a la par que su identidad, dentro de seis días. De esa forma nos ahorraremos eso problemas que tú tanto temes.
-De acuerdo Calen. Llevas tú razón. El pueblo estará entusiasmado con vuestra relación. Formaréis la pareja perfecta. Pero, ¿qué pasará cuando rompa la maldición? ¿Cuándo ella desee volver a casa, como es normal por otro lado? ¿Qué harás tú entonces? ¿Piensas retenerla? ¿Piensas seguirla?
Me quedo un rato callado. No puedo decirle la verdad.
-Mi sitio y mi deber están aquí-contesto.
-Entonces, ¿qué harás cuando ella se marche?
-Primero, tendrá que averiguar cómo.
-Sabéis que lo hará Calen. No hay nada que se interponga en el camino de esa joven. Volverá a su casa, con o sin vos. Y tú no podrás hacer nada por impedírselo. Esa chica es puro fuego. Puedes creer que la controlas, pero cuando menos te los esperes, se te irá de las manos y te quemará. Puedes pensar que se quedará contigo, pero en cuanto te descuides se irá.
-Vaya Perin, para conocerla sólo desde hace dos días, estás muy seguro de cómo va a actuar-¿qué sabrá él de ella?
-Porque es igual que vos, antes de que os convirtierais en Rey. Y dejasteis de serlo porque os convencisteis que vuestros deberes de monarca eran más grandes que vuestros deseos. Y si ella está convencida de que debe volver a casa, se irá.
-Sé muy bien lo que hago, Perin.
Me alejo de Perin, dejándole solo, y me encamino hacia el único lugar en el que me sentiría a gusto ahora mismo: el mausoleo de mis padres. Entro en el recinto marmóreo, enciendo un par de velas por sus almas, y me arrodillo ente sus tumbas. No suelo venir mucho por aquí. Me trae malos recuerdos.
-Padre. Madre. Sé que hace mucho que no os visito. La última vez que vine, creo, fue cuando me coronaron, hará ya 6 años. Y al igual que entonces, no sé muy bien qué hago aquí. No sé qué es lo que me ha impulsado a venir. Ni siquiera estoy muy seguro de si debo estar o no. Supongo que, de algún modo, quería estar seguro de que sabíais esto. Quería hacéroslo saber, de alguna manera. Padre, madre, creo que me estoy enamorando. De la joven que es la Dama.
“Puede que tú, padre, no la aprobaras. Demasiado impulsiva, quizás. No se si ella te gustaría, madre. Pero hay algo en ella que me recuerda a ti. A cómo te describía padre. Decía que contigo a su lado se olvidaba de quién era. Lo mismo me pasa a mí con ella. Su nombre es Deyanira. Extraño, lo sé. Pero no es de por aquí. Proviene de lejanas tierras, mucho más allá del mar. Más allá de lo que ninguno de nosotros llegaría jamás., me temo. El problema está en que ella desea volver allí. Pero ese no es mi deseo. No quiero que se vaya. No quiero perder a la única persona que me ha hecho sentir libre en los últimos años.
“Quiero que se quede aquí. Quiero estar siempre con ella. Quiero admirar su sonrisa todas las mañanas. Su cabellera indomable y dorada que se le riza en las puntas. Su piel inmaculada a la luz de la luna. Quiero charlar con ella y ser incapaz de diferenciar cuando habla en serio de cuándo es irónica. Quiero que me hable y no poder entender sus chistes, sólo para que tenga que explicármelos y poder seguir escuchándola. Quiero oírla cantar canciones desconocidas. Hablar de cosas nunca oídas: tatuajes, duendes tortugas, enanos gruñones, santos griales, el mar... Tantas y tantas cosas que desconozco. Quiero que me cuente todas las historias que ella misma crea. Quiero ver el mundo a través de sus ojos, del color de la tierra mojada. Tan desafiantes al mundo, como tranquilos. Quiero que se quede conmigo.
“Y por eso, por una vez, padre, ignoraré tus enseñanzas y seré egoísta. Por una vez voy sa luchar por lo que quiero. Hallaré una manera de que se quede conmigo. Sé que lo haré. Lo juro. Nunca dejaré que se vaya.”

Lo que Calen no sabía es que, oculto tras los árboles, alguien había oído su juramento. Y que en esos momentos Siete corría presuroso a contárselo a los demás.
[1] Una de las principales pioneras del Trabajo Social en el siglo XIX. Su libro Social Work, extendió la denominación de la profesión del Trabajo Social, diferenciándola de la Asistencia Social. Otra posterior obra suya, Social Diagnostic, dotó a la profesión de su primer método actuación, el trabajo con casos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario