miércoles, 16 de septiembre de 2009

18 de mayo: La leyenda de la Reina

Allí está ella. No puedo creer lo hermosa que está. El azul la embellece tanto…resalta su piel haciéndola parecer incluso más blanca. A la luz de las antorchas, su cabellera lanza destellos dorados dotándola de un rostro angelical…
-Buenas noches, lady Deyanira.
-Majestad…-saluda ella haciendo una reverencia.
-Acompañadme milady, hay una persona que desea conoceros.
Le ofrezco mi brazo para que lo agarre (sus manos están un poco temblorosas), y la guío hasta donde está sentado el venerable Masser.
-Espero que hayáis descansado, mi dama.
-Sí señor y…gracias por mandarme a Eiris, me ha caído muy bien.
-¿Cómo decís?-¿qué es lo que ha dicho de Eiris?
-Qui…quiero decir que es una muchacha que me ha resultado encantadora.
Se sonroja hasta tal extremo, que no puedo evitar sonreír.
El venerable Masser ya se ha dado cuenta de que hemos llegado, y mira a lady Deyanira con ojos sonrientes. Junto a él, Hierald observa a lady Deyanira con el ceño fruncido.
-Lady Deyanira, os presento al venerable Masser, uno de los sabios más destacados del reino.
El venerable sonríe y besa la mano de lady Deyanira con caballerosidad.
-Criatura, vuestra presencia aquí despierta una gran expectación. Hacía mucho tiempo que no nos visitaba nadie llegado de la montaña.
-Si es que realmente viene de allí-objeta Hierald con tono cortante.
Ante las palabras de Hierald, lady Deyanira alza las cejas.
-¿Y vos quién sois, mi buen señor?-pregunta milady desafiante.
-Lord Hierald de Bhöl, jefe de los guardianes del Bosque-responde altanero.
Lady Deyanira alza la cabeza soberbia, y yo empiezo a temer que le conteste con malas formas. Pero en lugar de eso, simplemente suspira y anuncia despacio:
-Encantada, lord Hierald. Yo soy Deyanira sin Recuerdos, la dama que vino de la montaña.
Lady Deyanira y Hierald se están mirando con tal intensidad, que parece que en cualquier momento vayan a traspasarse el uno al otro. Sus ojos se estudian y se observan con desafío, como si buscaran los puntos débiles del enemigo antes de entablar batalla. Si alguien no dice algo pronto, el Consejo tendrá un miembro menos y el reino se quedará sin Dama.
-Majestad, ¿me permitís que os robe a lady Deyanira unos momentos?- pregunta le venerable Masser rompiendo el duelo de miradas y agarrando por un brazo a lady Deyanira.-, quisiera que me contara más cosas sobre la montaña.
-Por supuesto, venerable, si milady no tiene ninguna objeción-ella niega con la cabeza. De acuerdo entonces, os estaré aguardando en nuestro sitio.
No soporto la idea de dejarla sola con Hierald, visto su grosero modo de comportarse, pero no tengo más remedio, puesto que le di mi palabra al venerable. Además, por lo que he podido observar, seguro que lady Deyanira es perfectamente capaz de defenderse ella sola de las increpancias de Hierald.
Me alejo un poco de ellos tres, y finjo saludar a algunos comensales. De todas formas, procuro oír retazos de la conversación, pero sólo percibo palabras inconexas, como “vistas”, “agua en el cielo”, “en un prado” y “grande y verde”. Me siento en mi lugar, y observo cómo lady Deyanira habla sonriente con el venerable, mientras Hierlad no le quita ojo de encima con los brazos cruzados. Finalmente, ella hace una reverencia al venerable, se encamina hacia aquí, y ocupa su asiento.
-¿Todo bien, milady?-pregunto.
-Sí, todo bien. ¿Os habéis dado cuenta de que el venerable es clavadito al duende tortuga de Dragon Ball
[1]?
-¿A quién decís que se parece?-¿qué clase de ser es un duende tortuga?
-Al Mutenroi de Dragon Ball. Y lord Hierald, sin ánimo de ofender, tiene la cara del duende Gruñón.
-¿De quienes?-¿De quiénes está hablando?
-Eh…personajes de mi infancia. Aparecían en los cuentos que mi madre me leía de pequeña.
-Ah…personajes de cuentos infantiles-pues esos cuentos a mí no me los contaron de niño-. ¿Y de qué hablabais? Habéis tardado un buen rato.
-Oh, de poca cosa… El venerable sólo quería saber qué era lo que veía desde la montaña. Es sorprendente que no lo supiera, la montaña no es tan alta y cualquiera podría llegar hasta la cima. Aunque no creáis que las vistas son gran cosa… Sólo se puede ver esta ciudad, bueno, y el mar a lo lejos…
-¿El mar?-¿qué será eso?
-¿No sabéis lo que es el mar?-pregunta extrañada.
-Nunca lo he visto.
Lady Deyanira abre mucho los ojos, asombrada.
-Describídmelo-pido.
-Pues es…técnicamente es una gran mole de agua, pero cuando lo ves es…el más puro infinito. Es una extensión tan serena de belleza, que su sola vista es capaz de calmar las tempestades del alma. Es una delgada línea en el horizonte, donde se aúnan y confunde tierra y cielo, agua y aire, donde se unifican los elementos. El mar tranquilo es uno de los espectáculos más serenos que puede contemplar el hombre; el mar tempestuoso es uno de los más gloriosos que puedan contemplar los dioses. El amanecer en el mar, es ver ante tus ojos el cielo ardiendo en llamas tales, que los ángeles volarían entre ellas sin quemarse. El anochecer en el mar, es ver elevarse a la luna brillando blanca en toda la plenitud de su virginal belleza. Al contemplarlo sientes que realmente no necesitas nada más.
Si ella hablara así siempre, yo no necesitaría nada más en este mundo.
-Resultáis hipnótica cuando habláis así, ¿os lo han dicho alguna vez?-logro decir con ronca voz.
Ella sonríe y se sonroja, y yo clavo mis ojos en los suyos, tan oscuros, tan profundos. Siento que podría ver el mundo entero en sus ojos marrones. Siento como si penetrara en mi mente, con esa mirada tan cargada de rubor inocente… y de tan irresistible atracción. Siento que podría perderme en esa mirada, y que podría cogerla de la mano para que se perdiera conmigo. Si no estuviéramos aquí, si no estuviera toda esta gente. Sólo tengo que alargar la mano, y ella está tan cerca…
-¿Más vino señores?-pregunta uno de los camareros.
-Sí por favor-acerco mi copa tras tragar saliva.
-Sí, gracias-contesta ella con voz queda-llénela hasta arriba.
Ambos bebemos un buen trago de nuestros vasos antes de volver a hablar.
-Bonita fiesta majestad...
-Sí, muy bonita.
-Y espléndida noche también...
-Sí, muy bonita.
-Y la decoración es preciosa...
-Sí, muy bonita.
-¿Lord Perin y lord Gern no vienen?
-Sí, muy bonita...Digo, ¿qué?
-¿Eh, qué?
-¿Qué decís?
-¿Eh? ¡Ah! Sí, esto..., que... ¿lord Perin y lord Gern no vienen?
-Pues---ciertamente ya deberían haber llegado-justo en ese instante, los veo entrar por la puerta del balcón-. Mirad, ahí llegan.
-Majestad. Lady Deyanira-saluda Gern.
-Majestad...joven-saluda Perin.
¡Santa Reina, jamás me he alegrado tanto de verlos!
Gern se sienta junto a lady Deyanira y Perin ocupa su lugar a mi lado. Gern y lady Deyanira se ponen a charlar en seguida, y yo agradezco el no tener que volver a hablar con ella…aunque no pueda evitar mirarla.
La cena transcurre sin incidentes. Perin y yo hablamos de cómo realojar a las 30 familias que llegaron la semana pasada, y Gern comenta con lady Deyanira la belleza de los jardines. Tras los postres, el trovador entra en el salón y se sitúa en el centro de la sala.
-Estad atenta milady, ésta historia es una de las principales leyendas del reino- le susurro a lady Deyanira.
Ella dirige su mirada curiosa al trovador, y éste comienza a hablar:
-Al principio el Bosque era un lugar hermoso. Los árboles era los más verdes vistos nunca por el ojo humano, por loas arroyos fluía el agua en abundancia y la vida rebosaba por todos los rincones.
“Ningún humano había pisado jamás su suelo hasta que llegó el primer grupo. Venían de la montaña. Y los guiaba una mujer. Se dice que esa mujer hizo un extraño pacto con el Bosque, y que por eso el Bosque los dejó pasar.
“Se asentaron en el Bosque, huyendo del extraño y terrible mal que sufría la montaña. El mal que vino del mar. El Bosque fue su hogar, y su refugio. En el centro del Bosque construyeron una ciudad, y nombraron a la mujer su reina.
“Durante muchos años, el pueblo vivió feliz. La mujer era una buena reina, era justa y sabia, pero no todo el mundo la quería en el poder. Su hermano, mayor que ella, consideraba que si alguien había de reinar, debía ser él. Y algunas personas también estaban de acuerdo. Así que lo planearon todo y atacaron de noche.
“No hay palabras para describir el horror de esa noche. Las casa ardían, las calles estaban abarrotadas por los huidas, sumidas en el caos más absoluto que origina el deseo de vivir, los conjurados pasaron a cuchillo a todo aquél que se interpuso en su camino, a todo aquél que intentó defender el castillo. Pero para cuando llegaron a los aposentos de la Reina, ella ya no estaba allí.
“La encontró su hermano en el bosque, dentro de un círculo mágico. La Reina era una hechicera. Pero ni todas sus artes le sirvieron cuando su hermano la sorprendió por la espalda y le traspasó con su espada el corazón. Aún así, ella se giró, lo miró a los ojos, y le habló con estas palabras:
-¿Crees que con mi muerte llegarás al poder? Iluso. El Bosque nunca dejará que tú seas rey, pues son fuiste tú con quien pactó en un principio. No fue a ti a quien eligió en un principio. Mi maldición está lanzada, y la Muerte se extenderá por el Bosque hasta que el Bosque se extienda con ella. Hasta que llegue ella, la Dama. Aquella que, como yo, venga de la montaña. Aquella que, como yo, sea elegida por el Bosque. Aquella que, como yo, le entregue su sangre a cambio de los dones recibidos. Sólo la Dama, portadora de mi sangre, podrá ser reina. Y mi maldición durará hasta que el Bosque así decida…
“Tras morir la Reina, el Bosque empezó a tornarse negro y a atacar a todos los que en él vivían. La gente huyó fuera del Bosque, y se refugió al pie de la montaña, sin atreverse a regresar a ella de nuevo, pues aún la temían. Pero cada mañana la miraban con expectación, rezando porque de ella llegara la Dama.
“Nosotros, mientras esperamos, hemos aprendido las profecías de la Reina. Y rezamos a su espíritu para que venga de la montaña la Dama del Bosque, la que tiene el sol en los cabellos y la luna en la piel. Pues Su llegada anunciará el retorno de la primavera y traerá a su reino una nueva vida.
“Los conjurados huyeron, y el joven hijo de la Reina se convirtió en el nuevo rey. Y nuestros reyes han mirado al Bosque con respeto, y a la montaña con anhelo, y han permanecido, junto a su pueblo, a la espera. Siempre a la espera.”
El relato del trovador arranca grandes aplausos entre todos. Entre todos, excepto en lady Deyanira, que se ha quedado muy rígida y quieta.
-Milady, ¿os encontráis bien?-le pregunto.
-Eso es imposible…-murmura.
-¿Cómo decís?
-No puede ser…-cuando me mira, sus ojos están asustados y furiosos-¡Es completamente imposible!
Lady Deyanira se levanta de su asiento, cruza corriendo la sala, y sale por la puerta del jardín. Gern me mira como si quisiera decirme: “¿Qué le has dicho?”; y Perin me observa con tal reproche que llego a pensar que en cualquier momento me va a dar un capón como cuando era niño. Además, la corte en pleno me clava los ojos esperando una explicación.
-Ejem…Creo que la historia la ha trastornado un poco, voy a buscarla. Esto…seguid con la fiesta.
Cuando me levanto, Perin me agarra del brazo y me susurra:
-Controlaos un poco majestad. Vos ya no sois un niño como para andaros metiendo en líos de faldas, y esa chica está realmente asustada.
-Sé perfectamente lo que hago, Perin-le contesto soltándome de su mano-. Voy a buscarla.
Encuentro a lady Deyanira al pie de la encina centenaria, observando la luna llena, sollozando. Me acerco a ella muy despacio, no sea que se lance a correr de nuevo cual gacela.
-Milady, ¿os encontráis…-pero no puedo terminar la frase, porque en ese mismo instante se gira y yo lo único que puedo ver son sus ojos llameantemente furiosos…y su piel mortalmente lívida.
-¿Por eso me trajisteis aquí? ¿Por qué pensasteis que o era esa Dama?
-Lady Deyanira, estáis muy alterada y…
-¡Me llamo Yeny!
-Eh…de acuerdo Yeny, calmaos…
-¡No pienso calmarme! Decidme la verdad, ¿por eso me mira todo el mundo con tanto interés? ¿No es porque sea extranjera, es porque creen que soy una especie de…dama dadora de vida que se supone va a resucitar a todo un bosque?
-Sí Yeny, es por eso. Pero escuchadme un momento, vos…
-¿Y vos qué pensáis?
-¿Qué qué pienso yo?-¿Qué importancia puede tener eso?
-Sí, ¿qué pensáis? ¿Creéis que yo soy la Dama?
-Pues…eh…
-¿Lo creéis?
-Francamente, sí.
-¿Por qué?-pregunta poniendo los brazos en jarras.
-¿Cómo que por qué? ¿Por qué podría importaros eso?
-¡Porque me importa, maldita sea! -¿me acaba de golpear el pecho con el dedo?-¡Me importa! ¿Por qué lo creéis?
-Pues porque, porque… porque todas las señales de la profecía os marcan como tal. Porque llegasteis de la montaña, porque tenéis el cabello dorado como el sol, y porque tenéis tatuada una luna en la piel.
-Pero eso sólo son casualidades, meras coincidencias, yo no puedo, no puedo ser…
En este mismo instante, lady Deyanira rompe a llorar y se abraza a mí. ¿Y qué se supone que es lo que yo debo hacer? Nunca antes se me había abrazado una damisela llorosa…
-Yeny, calmaos un poco. No os preocupéis, nadie espera todavía que hagáis nada, aún no se ha hecho oficial nada…
-Esta mañana estaba en clase pensando en las mil cosas que tenía que hacer a la tarde: poner una lavadora, estudiar Derecho, terminar el trabajo de Servicios, enviar un correo a mis amigas… Cuando he salido de la Universidad me he tirado encima de la cama, agotada después de dar mil y un saltos al ritmo de Derecho de Admisión para intentar relajarme…
“Y justo en ese instante aparezco en un sitio totalmente diferente, que ni siquiera conozco, en un tiempo que no es el mío, sola, asustada, desconcertada y lo primero que hago cuando por fin me encuentro con gente es darme un golpe en la cabeza…-no puedo reprimir una sonrisa al recordar eso-. Aún así vosotros me acogisteis, me trajisteis aquí, me consolasteis…en especial tú. Te encargaste de que no me faltara de nada-¿me está tuteando?-. Fuisteis todos tan amables…tú, Gern, Jaler, Farell, Perin…bueno, Perin no, que ése es un puñetero borde que da miedo, pero los demás… Me dije a mí misma, “Bueno, Yeny, para estar en un lugar desconocido, rodeada de gente desconocida, sin saber cómo has llegado hasta aquí y mucho menos cómo puedes volver a tu casa, no lo tienes tan crudo. Tienes alojamiento, ropa, comida, gente amable que se está preocupando por ti…en el fondo no estás tan mal.” ¡Pero resulta que sí lo estoy!
“Porque todo el mundo es tan amable sólo porque se piensan que yo soy la Dama… ¡Tú el primero!-¿ha vuelto a pegarme con el dedo?-Pero yo no puedo serlo Calen, sólo soy una chica normal, como todos los demás…puede que un poco más loca que el resto…pero normal al fin y al cabo. ¿Qué va a pasar conmigo cuando os deis cuenta de que en realidad yo no soy la salvadora de nadie?”
-¿De qué tenéis miedo, milady? ¿De no ser la Dama y decepcionarlos a todos, o de serlo y no poder asumir esa responsabilidad?
-Tengo miedo de no volver a casa Calen. Tengo miedo de quedarme para siempre en un mundo que no es el mío, de sentirme siempre una extraña.
La cojo de las manos, y la obligo a mirar me a la cara.
-Entonces descubrid si realmente sois la Dama. ¿Queréis regresar a vuestro hogar, verdad?-ella asiente levemente con la cabeza-, pues entonces averiguadlo. Si sois la Dama, romped la maldición del Bosque, y regresaréis a casa. Y si no lo sois…os juro que removeré cielo y tierra hasta encontrar el modo de devolveros.
-¿Pero cómo voy a saber si soy la Dama esa o no?
-Lo sabréis. Notaréis cambios, haréis cosas que no seríais capaz de hacer de otro modo.
-Y si no lo soy, ¿cómo lo demuestro? Estáis todos tan seguros…
-Eso de momento ha de decidirlo la Asamblea, así se ha acordado…
-¡Qué! ¿Habéis estado decidiendo sobre mi identidad sin consultarme?
Vale, he metido la pata.
-Pero vos tenéis la última palabra. Yo estoy firmemente convencido de quien sois, y ya os he dicho por qué. ¿Queréis más pruebas? Encontrad el diario de la Reina. Dicen que escribió un cuaderno, en el que relató toda su historia, y lo escondió en algún lugar en que sólo la Dama podría encontrarlo. Mi familia guardó la llave del lugar, y yo os la he dado esta mañana. Encontradlo, y en él hallaréis todas las respuestas. Pero no se lo digáis a nadie. Hay oídos repartidos por todas partes.
Los rumores de una nueva conjura han vuelto a desatarse. Gern ha redoblado la seguridad sobre mi persona. Yo tendré que hacer lo mismo con lady Deyanira. Si encuentra el diario, necesitará toda la protección posible. Sabrá demasiado.
-¿Y si no lo encuentro porque no soy la Dama?
-Encontraré la forma de llevaros a casa.
-¿Y si no existe ninguna?-está asustada, tiene miedo. Tal vez su comportamiento de esta mañana era sólo una forma de ocultar sus emociones, de volverse fuerte frente a la situación en la que está.
-Si no puedo devolveros a casa…haré que esto sea vuestro hogar.
Lady Deyanira vuelve a abrazarse a mí, y yo correspondo a su abrazo. No puedo evitar acariciarle el pelo.
-Cuanto más lo pienso, más creo que podríais llevar razón. Esta tarde he tenido un sueño muy raro. Creo que vi cómo la Reina lanzaba su maldición…yo era ella. Mis amigas me llaman “Ricitos de oro” para picarme, por el efecto que la luz tiene en mi pelo. Y mi padre me llama “Piel de luna”, porque de noche, a la luz de la luna parezco incluso más blanca. Por eso me hice el tatuaje. Pero no tengo poderes… Si soy la Dama, ¿cómo voy a resucitar a todo un bosque? ¿Qué es eso de que tengo que entregar mi sangre en sacrificio? ¿Es que tengo que inmolarme de algún modo?
-Si sois la Dama, la magia no tardará en manifestarse. Y no os preocupéis por lo demás. El diario os dirá qué hacer.
-Sea quien sea Calen, no me dejéis sola.
-Os juro por mi vida, que no lo haré- jamás he hablado tan en serio.
No sé cuánto tiempo permanecemos abrazados lady Deyanira y yo. Y francamente no me importa. Me quedaría toda la noche así, estrechándola entre mis brazos, bajo la luna llena. Pero las palabras e Perin resuenan en mi cabeza: “Controlaos un poco majestad. Vos ya no sois un niño como para andaros metiendo en líos de faldas”. Tiene razón.
-Deberíamos volver ya-digo separándome suavemente de ella.
-Sí, seguro que nos están echando de menos.
Juntos regresamos al salón y tomamos asiento. Todo el mundo se queda callado cuando entramos, así que hago un gesto con la mano para que se reanuden los festejos y el trovador termine su canción. Perin se acerca a mí y me agarra de la muñeca.
-¿Qué le habéis dicho?
-Todo está bien Perin, tranquilo.
Me mira dubitativo, y se vuelve para escuchar el final de la canción. Cuando el trovador termina, una nueva ovación vuelve a recorrer la sala.
-Gracias damas y caballeros-saluda-. Tengo entendido que entre nosotros contamos esta noche con la presencia de una hermosa joven llegada de lejanas tierras. Milady-dice girándose hacia Deyanira-, ¿nos deleitaríais con una canción de vuestro hogar?
-¿Qué?-es todo lo que ella responde.
[1] Información proporcionada por Zalaya

No hay comentarios:

Publicar un comentario