miércoles, 16 de septiembre de 2009

2 de junio: ¿Dónde estuviste anoche?

Viaja a través de los lugares y a través de los tiempos. Llega hasta las manos de quien me ha de suceder: Dama portadora de mi sangre, Dama señora de mi poder…
Mi conjuro está lanzado. Quizá debería huir. Pero antes de que me ponga en pie, siento el filo de una hoja traspasándome el pecho, y la oscuridad empieza a cubrir mis ojos…

-¡NOOOOOOOOOO!
-Yeny, Yeny despertad…¡Yeny!
Calen me zarandea una y otra vez para sacarme de mis sueños. De una de las pesadillas más horribles que jamás he tenido. Despierto sudorosa, alterada y llorando. Y no quiero volver a dormir si he de volver a verla…
-¡Calen lo he visto! He visto cómo la mataban. ¡Lo he sentido! El dolor, el frío, la sangre…Y me sentía morir. ¡Sentía cómo me moría!
-Tranquilizaos Yeny, tranquilizaos-intenta calmarme Calen abrazándome fuertemente contra su pecho. Pero ni esto es capaz de aliviarme, de calmarme, de hacer que me sienta mejor. No después de todo lo que he sentido. Yo, yo…
-Me sentía morir Calen…
-Chs, lo sé, lo sé… Tranquila…Intentad dormir-susurra acunándome.
-No quiero volver a dormir. No quiero volver a soñar con ella…
-Sólo ha sido una pesadilla-no era una pesadilla. Era real-. Estás a salvo, no os va a pasar nada-no es cierto. Si me vuelvo a dormir, volveré a soñar. Y si vuelvo a soñar…volveré a verla-Yo estoy aquí-susurra acariciándome el pelo-. Tranquila…Yo estoy aquí…
Me acurruco junto a él, sin dejar de sollozar. ¡Ha sido horrible! ¡Me estaba muriendo! Me faltaba el aire, mi mente se nublaba y lo veía todo negro. Sentía frío, mucho frío… Y dolor, mucho dolor…
-Intentad dejar la mente el blanco-el círculo en el que estaba era blanco-… No penséis en nada- me susurra Calen mientras me da un beso en la frente.
Eso intento hacer, dejar la mente en blanco. No pensar. No recordar. Concentrarme en cualquier otra cosa…
El fuego de la chimenea se apagó hace mucho, y noto el frío en los pies. Me concentro en ese frío. Me concentro en las manos de Calen acariciando mi pelo. Me concentro en el beso que me acaba de dar en la frente, y que en otras circunstancias hubiera llenado de sentido mi existencia. Me concentro en sentir su respiración y el corazón latiéndole en el pecho. Me concentro en la vida que hay a mi alrededor. Me concentro en el viento que se oye soplando entre los árboles. En los grillos que cantan fuera sin dejar de dar mal. En la respiración de Calen. A mi alrededor aún hay cosas vivas. Las siento. Y si las siento es que yo también estoy viva.
Poco a poco me tranquilizo, me relajo, acompaso mi respiración a la de Calen… y me quedo de nuevo dormida.



-Señora…señora despertad… Son ya más de las 10-¿quién está hablando?-Señora despertad, vamos. Despertad.
-¿Eiris?-pregunto abriendo un ojo. Jooo, qué sueño…
-Sí, soy yo. Despertad-abro los ojos sobresaltada.
¡Mierda, es Eiris! ¡Y Calen en la cama conmigo! Seguro que se piensa mal. Seguro que se arma la de Dios es Cristo. Dios…seguro que Perin me acaba diciendo algo…Y además, después de la situación en la que nos ha encontrado, seguro que se empeñan en casarnos. ¡Sí por los cojones, me voy a casar yo a mis años! Como si no me quedara nada mejor que hacer. Aunque nadie tiene por qué enterarse… Calen es el rey, puede amenazar a Eiris con el despido, o con algún frío, oscuro, húmedo, lóbrego y solitario calabozo en lo más profundo de las mazmorras si se va de la lengua. Sí…, y yo puedo amenazarla con una maldición… ¿puedo, no? Lo mejor será que despierte a Calen para que ambos podamos empezar a ser poseídos por el espíritu del Padrino. Pero….si estoy yo sola en la cama… ¿Y Calen dónde está? ¿Cuándo se ha ido? Y lo más importante… ¿por qué yo no me he enterado?
-…con el blanco, supongo-comenta Eiris.
-¿Qué?-¿Qué ha dicho? No estaba escuchando, estaba maquinando…con infructuosos resultados.
-Que supongo que bajaréis a desayunar con el blanco, ¿no?
-Decide tú Eiris, sabes más de esta ropa que yo.
Y es cierto. Qué sabré yo de la moda de este sitio… Y de protocolo de vestir. ¿Por qué nunca me habré leído el Manual de Buenas Formas de la Biblioteca de la facultad? Bueno, creo que en este sitio tampoco me hubiera servido de mucho…
Me pongo en pie y Eiris comienza a desabrocharme le vestido.
-¿Por qué no me avisasteis anoche para que os ayudara a desvestiros?-pregunta bastante enojada- Ya sé que os gusta haceros la cosas vos misma, pero… ¡es mi trabajo!
Genial, ahora Eiris se ha ofendido. Joder, no la avisé,
1º, porque Calen durmió conmigo, y como que no. Mejor estar los dos solos, para evitar rumores, y
2º, porque…
-No sabía cómo hacerlo Eiris-que una nunca ha tenido doncella ni nada que se le asemeje remotamente. No sé cómo tengo que comportarme con ella, no sé qué tengo que hacer con ella. No sé…nada de nada.-. Y no creas que no quiera que me ayudes, ni que menosprecie tu trabajo, no es nada de eso. Simplemente es que nunca he tenido doncella ni nada parecido. Perdona si no sé cómo tratarte, pero estoy acostumbrada a hacerlo todo por mí misma, no a que me sirvan.
Eiris me mira dubitativa.
-La próxima vez que me necesitéis, tirad de esta cuerda-me indica por fin cogiendo un fino cordel que sobresale de la pared-. Toca una campana que hay en las cocinas y en mis habitaciones. Yo la oiré y vendré.
-Lo haré Eiris, te lo prometo. Pero tú podrías hacer algo por mí.
-¿El qué?
-Llámame Yeny. Es como me llama todo el mundo en casa.
-Eso sería demasiado personal-responde negando con la cabeza.
-Pero yo no me sentiría tan incómoda por tener…doncella personal. Es que no puedo tratarte si pienso que eres mi criada, y estás todo el día tratándome de usted. Eiris, eres la única chica que conozco en este lugar, y no debes ser mucho mayor que yo. No puedo comportarme como si fuera tu jefa, lo siento, pero eso es algo que va en contra de mí misma.
-Técnicamente, sois mi jefa-apunta.
-Pero no soy la que te ha contratado ni la que te paga. No quiero que tengas que vivir pendiente de mí las 24 horas del día. Seguro que tienes vida propia, y no debe ser agradable tener que pasarte el día pendiente de los caprichos de una niñata. Deberías tener un horario, tiempo libre, esas cosas. No pasarte mañana y noche pendiente de mí. Es muy injusto para ti. De verdad que sin tu ayuda ayer…no sé ni cómo me las habría apañado para estar lista a tiempo. Pero seguro que cuando yo volví a la habitación tú estabas muy feliz en otra fiesta. ¿Qué hubiera pasado si te hubiera llamado entonces?
No me digas que te hubiera dado igual, porque no me lo creo. Que una cosa es que seas mi doncella personal, y otra muy distinta es que seas mi esclava. Y sinceramente, debe de ser una putada…digo, un fastidio, que una niñata te saque de una fiesta y te obligue a parar tu vida simplemente porque no sabe desvestirse ella solita.
Eiris sonríe.
-Sois la joven más rara a la que he servido nunca. A la mayor parte de las damas de la corte no les importa lo más mínimo lo que estés haciendo en el momento en que te llaman. Tienes que obedecerlas, que para algo son tus señoras.
Esto es lo que se consigue malcriando a las personas bajo el poder del dinero. Acaban creyéndose los dueños y señores del mundo. Esas damiselas crecerán con un ejército de sirvientas detrás suyo pendientes de los mínimos caprichos que ellas tengan. Eiris habrá estado años al servicio de personas así, y habrá terminado creyendo que sólo pueden vivir para ellas. Pero francamente, ni yo soy una de esas damas malcriadas, ni estoy dispuestas a que haya nadie que tenga que para su vida por mí.
-Pero yo no soy tu señora. Y no quiero que te consideres mi doncella. Digamos que eres…mi ayudante. Tú me ayudas a estar presentable, y a no hacer el ridículo vistiendo, me ayudas a ponerme al día en cuestiones de moda…y demás. Pero fuera de ello yo no tengo derecho, por ejemplo, a llamarte a las 5 de la mañana sólo porque me apetezca un vaso de agua.
-Lady Clessya solía hacerlo-comenta divertida.
-Pues yo no pienso pedírtelo. A esas horas seguramente estés durmiendo, y tienes derecho al reposo. Como todo el mundo.
Ambas permanecemos en silencio, mirándonos. Sé que todo esto es nuevo para Eiris. Que por lo visto no está acostumbrada a que la traten como a una igual. Culpa de este, me temo, maldito sistema feudo-estamental. Pero ni yo soy su señora, ni ella es mi vasalla. Y en mi pueblo a los trabajadores se les reconoce una serie de derechos… al menos teóricamente. Y entre ellos está el derecho a tener una vida fuera del trabajo.
-¿Debería tener un horario y tiempo libre?-pregunta.
-Sí. Un horario de 8 horas, con paradas para comer y un día libre a la semana. O dos.
-Nadie de por aquí tienes anda de eso. Al menos los sirvientes no.
-Pues mientras seas mi ayudante, lo tendrás.
-¿Y tendré que tratarte de tú?
-Sí, de igual a igual.
-Me va a resultar extraño. Pero creo que podré acostumbrarme.
Ambas nos reímos. Mientras se lleva el vestido, yo me lavo la cara y me aseo. Cuando vuelve me enseña cómo aflojarme yo misma el corsé, y cómo lograr abrocharme todos los botones. Necesitaré práctica, pero creo que podré apañármelas.
-Bueno, vamos, que Su Majestad ya te está esperando.
-¿Qué?-¿Qué me está esperando? ¿A mí? Qué mono…-¿Por qué razón?
-Para desayunar, por supuesto. No quiso hacerlo a las 8, como es su costumbre. Insistió en esperaros. Dijo que tenía asuntos importantes que tratar con vos…contigo-repito lo dicho, qué mono…
Mientras caminamos por el castillo, Eiris me pregunta por la cena. Yo le digo que estuvo bien sin entrar en detalles: buena música, buena comida, y buena gente. Pero el rumor de mis extrañas salidas y actuaciones ha llegado hasta sus oídos. Así que me invento que salí de la sala porque tenía un horrible dolor de cabeza…y que la gente exagera respecto a mis actuaciones. Cuando me pregunta por Calen, yo me limito a decir que…
-Sí, Su Majestad me acompañó hasta la habitación para asegurarse de que estaba bien y luego no supe más de él.
-¿Y no volviste a verlo? ¿Pues sabes que su guardia asegura entró en sus aposentos al rayar el alba? Se rumorea que ha pasado la noche…en compañía femenina.
-No me digas Eiris…pues me alegro por la dama con la que estuvo. Seguro que pasaron una noche muy grata-¡ya te digo chaval! Salvo por las pesadillas…
-Yeny, este…se rumorea que estuvo contigo.
-¡QUÉ!-¿Cómo se han enterado?
Pero antes de que Eiris me responda, una puerta se abre, y puedo ver a Calen esperando al final de una larga mesa. Y Eiris se marcha. ¿Por qué siempre me hace lo mismo?
La larga mesa está servida, y por lo visto Calen quiere que me siente en el otro extremo, frente a él. Siempre manteniendo las formas. Los criados sirven el desayuno (“Café con un poco de leche y dos terrones de azúcar, por favor. Gracias”), y se marchan dejándonos solos. Después de un largo silencio, y de dar varios sorbos a su taza, Calen, por fín me habla.
-Debemos hablar de lo que ocurrió ayer.
-Por lo visto la corte murmura cosas extrañas.
-Exacto, y eso es lo que me preocupa. Rumores extraños podrían provocar reacciones poco deseadas. Podría sembrar la duda entre el pueblo. Podría acarrearme consecuencias poco agradables. Deyanira, en el castillo se rumorea que anoche yacimos juntos-anuncia sombrío-, y eso está provocando reacciones dispares entre mis súbitos.
-Lo se, Eiris me lo ha comentado-¿reacciones?-. ¿Qué clase de reacciones?
-Veréis, vuestra personalidad plantea serios problemas. Aunque muchos ya intuyen, incluso suponen que sois la Dama, el hecho de que aún nos e haya anunciado nada oficialmente os pone en una situación…delicada. De momento, sois una extranjera llegada de lejanas tierras, y los hay que os miran con recelo. Muchas damas de la corte, también caballeros, pero sobre todo las damas, opinan que sois una desvergonzada que anoche me sedujo para quedarse encinta y obligarme a que me case con vos, ocupando así una posición que no os corresponde por nacimiento-¿Pero qué se han creído esas harpías marujonas? A que les rompo la cara…-Otros, en cambio, opinan que el culpable de la presunta…ejem, fornicación, fui yo. Y creedme que los postulados de estos son peores. Unos creen que yo, aprovechándome de vuestro estado de solitaria indefensión, so seduje para satisfacer mis deseos carnales haciéndoos falsas promesas que ahora incumpliré. Otros aseguran que directamente os forcé, pues oyeron vuestros gritos-“¡Vete!”, “¡Salid de mi habitación!” “¡Dejadme!”…los recuerdos de todo lo que el dije anoche inundan mi cabeza…y hacen que tenga una horrible sensación en el estómago-. Todos ellos se quejan ahora de mi inmoralidad, me acusan de sodomita, de tirano y de canalla, y piden a gritos que sea destituido como monarca, enjuiciado y condenado.
Todo ellos por hacerme caso…
-Dios mío Calen, digo Majestad, lo siento mucho. Muchísimo, de verdad. No pretendía causaros ningún problema
-¡Maldita sea Deyanira!-exclama dando un puñetazo en la mesa y provocando que yo retroceda con la silla, ligeramente- Problemas precisamente es lo que no iba a causar vuestra actuación de anoche.
-Si queréis, diré que fue culpa mía. Diré que yo os hechicé u os encanté, pero os exculparé de todo este asunto-lo que sea con tal de que no tenga problemas.
-¿No lo entendéis, verdad Deyanira? Sois la Dama, y cuando eso se anuncie vuestra moralidad a de ser incuestionable. Pero sobre todo a de ser incuestionable vuestra doncellez.
-¿Mi doncellez? O sea, que todo este asunto… ¿es porque se supone que yo soy virgen?
-No se supone, Deyanira. Es necesario que seáis virgen. Es premisa indispensable para que rompáis la maldición. Todo el mundo espera que lo seáis.
-Pero...pe, pero… ¡A la peña qué mas le dará que yo sea virgen o no! ¿Qué pasa? ¿Qué cuando se anuncie que soy al Dama mi virginidad pasará a ser asunto de Estado?
-¡Sí Deyanira, eso es exactamente lo que pasará! Y eso no es todo. Si se duda de que aún seáis doncella cuando se anuncia que sois la Dama, se exigirá una prueba de que aún estáis entera-Espero que esa prueba consista en cazar un unicornio
[1]….-Así que decidme-Calen se inclina hacia mí y adopta una cara repentinamente taciturna que no me gusta nada-¿aún sois doncella?
¡Pero a este tío qué más le dará si yo he echado ya o no un polvo con alguien! ¿Y qué tendrá que ver eso para que yo rompa la maldición? ¿Qué tendrá que ver el tocino con la velocidad? Se habrán pensado que por ser la “Dama dadora de Vida” tengo que ser virgen obligatoriamente. Pues no sé si saben que el derecho de pernada medieval se basaba en antiguos rituales de fertilidad en los que se creía que la novia sería más fértil, y por tanto podría engendrar vida en su seno con más facilidad, si perdía la virginidad con el jefe del clan. De hecho, en algunas culturas neolíticas, las viudas con hijos se encontraban entre las mujeres más deseadas, porque habían demostrado que eran fértiles. Y se creía que una joven no adquiría el don de crear vida quedándose encinta, hasta que no era desvirgada. La rotura del himen era así, una ritual de paso para las chicas mediante el cual les era concedido el don de engendrar vida, mientras que la menarquia, o primera regla, se consideraba una mera señal de que la joven ya estaba preparada para dichos ritos. O algo así leí en alguna parte. Así que eso de que para poder ser la Dama y resucitar el Bosque tengo que ser virgen, es una completa, absoluta y soberana estupidez. De hecho, sería mucho más lógico a la par que demostrable, que tuviera el don de la vida si ya hubiera tenido un hijo. Cosa que, dicho sea de paso, no me apetece ponerme a tener a mis años. ¡Y además, que eso es un asunto demasiado personal, joder! No me apetece que se cuelgue un cartel en la plaza del pueblo en el que ponga:

A todos los que la presente vieren y entendieren sepan que, con gran orgullo y satisfacción, el Rey se complace en proclamar que la extranjera Lady Deyanira, es la Dama anunciada en las profecías.
Y por cierto, todos tranquilos, que
AÚN ES VIRGEN

Porque no estoy por la labor. Y luego encima está Calen mirándome mal. Que no sé si lo hace con miedo, con furia, con inquietud, con decepción, o qué. Pero me está poniendo nerviosa, y además me está cabreando. Y lo mejor será que diga algo pronto porque si no se va a pensar cualquier cosa, si no lo está haciendo ya…
-Sí Calen. Aún soy virgen. No he yacido con nadie, no fornicado con nadie, ni, como se dice en mi pueblo, follado con nadie. Así que tú y tus súbitos podéis estar tranquilos, que vuestra preciada Dama todavía puede romper la maldición sin ningún riesgo.
-Me alegro, gracias a la Reina-suspira aliviado.
-Y que sepas, que no me creo eso de que sea obligatorio que sea virgen, y mucho menos que esté explícitamente contenido en la profecía. Que al fin y al cabo se supone que voy resucitar a un bosque, ¡no a cazar a un unicornio!
-Bueno…no es que se diga explícitamente en la Profecía, pero se sobreentiende-confiesa.
-¡Pues son sobrentendáis tanto!-le espeto-Porque lo que yo haga o deje de hacer con mi cuerpo, es sólo cosa mía. Y puede que yo venga de otro lejano y apartado lugar, y tenga unas costumbres sumamente diferentes a las de aquí, pero eso no es razón para mirarme con el odio con el que lo has hecho hace un momento, y mucho para que te entrometas de esa forma en mi vida. No tienes ningún derecho, por muy rey que seas, a entrometerte en lo que yo haya hecho con mi vida antes incluso de que supiera que este país existe, y de que descubriera quién soy. No tienes ningún derecho a hacerme preguntas tan personales.
-¿Y qué querías que hiciera Deyanira? ¿Qué otra opción me dejabais a pensar? Si fuisteis vos la que insistió en que durmiéramos juntos anoche.
Esto ya es el colmo. Se va a enterar este tío de quién soy yo. Me levanto, y me planto frente a él.
-Dormir, Calen. Dormir, sólo es dormir. No implica nada más que, como mucho, molestar al otro con ronquidos. Además no te hagas el santo, que fuiste tú quien se coló en mi habitación primero. ¡Tú te sentaste encima de mi cama y afirmaste que no te irías!
-¡Y tú me obligaste que me quedara!
- Te quedaste porque quisiste.
-¡Me quede porque insististe!
-Pues no haberme hecho caso Calen. ¡No es tan difícil no hacer caso a la gente cuando te pide algo! Además, ¿crees que yo te hubiera pedido que hicieras algo que sé que tu misma moral te impide?
-Pues son lo sé Yeny, al verdad. De ti ya, visto lo visto, me espero cualquier cosa.
Eso ha sido cruel. Y doloroso. Lo más cruel y doloroso que podía haberme dicho.
-¿Pero qué te has creído que soy? ¿Una especie de súcubo obsesa sexual que sólo piensa en…follarse a todo aquél que tiene ocasión?
Calen no dice nada. No responde. Sólo me mira.
-Calen, mírame a los ojos, y dime que es eso lo que piensas.
Sigue sin decir nada. No me mira. No me habla. No hace nada. Así que coloco mi cara justo en frente de a suya, y le obligo a mirarme.
-Calen, mírame a los ojos y dime que es eso lo que piensas.
Silencio. Silencio absoluto. Durante largo rato. Dios, la que he montado. ¡Soy gilipollas! ¿Por qué le diría nada? ¿Qué más daba las emociones de un solo día? Ya soy lo bastante mayorcita como para superar mis traumas sin la ayuda de nadie. Joder, y encima Calen me gustaba de verdad. Y ahora he perdido para siempre cualquier oportunidad con él por ser demasiado… ¡yo misma! ¡Nunca tienes que ser tú misma Yeny, parece mentira que aún no lo hayas aprendido! Pero si no soy yo misma, ¿qué me queda ser? Por lo menos soy auténtica, no me escondo de nadie, no tengo nada que esconder…
Es verdad. Yo he sido sincera. No le he ocultado anda a Calen. Bueno, puede que no le haya querido decir de dónde vengo, pero eso no importa porque seguro que no sabe ni dónde está Zaragoza. Estoy dudando de si sabrá siquiera dónde está la Tierra. Pero Calen…me ha estado ocultando cosas desde un principio. Estuvo deliberando sobre mi persona sin decírmelo. Estuvo discutiendo sobre mi identidad a mis espaldas. No me dijo que pensaba que era la Dama. No me dijo que por eso me acogía en su castillo. Ha estado ocultándome sus intenciones en todo momento. No debería ser yo la que se preocupara por lo que pudiera pensar de mí. ¡Debería ser él!
-¿Sabes qué, Calen? Me da igual lo que pienses. Me da igual lo que creas de mí. Por mí puedes creer perfectamente que soy capaz de tirarme al primer tío que se me ponga por delante sin control alguno sobre mis impulsos. Me da igual. Pero te recuerdo que fuiste tú quien me oculto cosas desde un principio. Tú quien me ocultó que yo era la Dama. Tú quien estuvo discutiendo acerca de mí y de mi futuro a mis espaldas. Tú, fuiste el principal responsable de mí estado de ánimo de ayer noche. Así que justo era que tú cargaras con la responsabilidad de hacer que me sintiera mejor. Y no intentes hacerte el santo ahora, porque fuiste tú quien estuvo tirándome los tejos toda la noche. ¡Y eso sí que no se te ocurra negármelo! Así que ten el concepto de mí más bajo que puedas. Porque lo cierto es que yo soy incapaz de tener ninguno bueno de ti.
Le doy la espalada y voy a marcharme por donde he entrado. Pero él me coge de la muñeca y me retiene. Me gira, me agarra por los hombros y se queda a escaso centímetros de mi cara. Uy…esto es peligroso. Muy peligroso…
-No es lo que pienso Yeny. Ni por un momento se me pasaría por la cabeza que fueras capaz de insinuarme algo que sabes me está moralmente prohibido. Y siento que tú tengas tal impresión de mí, que creas que soy un mentiroso, y que ahora creas que intento desentenderme de lo que hice. No intento tal cosa. Pero me desconciertas. Eres completamente diferente de cualquier otra joven de por aquí. Me atraes mucho más que cualquier otra joven de por aquí. Si cualquier otra me hubiera propuesto quedarme a dormir con ella, me hubiera negado rotundamente. Si tú me hubieras propuesto ir más allá de un simple sueño, me hubiera costado mucho decirte que no.
Aaaaaaaaaaayyyyyyyy. Esto es peligroso, muy peligroso. Uy lo que me ha dicho. Vale, lo que tú quieras. Pero, ¿qué estoy diciendo? Yeny, céntrate. ¿Acaba de decirme que le gusto? ¿Acaba de insinuar que si le hubiera dicho de echar un polvo, no me habría dicho que no? Vale, ahora sí que no se qué pensar. Por un lado estoy completamente flipada, por el otro… ¡mi vida empieza a cobrar sentido! Y además se está acercando más a mí. Cada vez más. ¡Va a besarme! Pero, un momento. Después de lo que me ha hecho, ¿se lo voy a poner tan fácil? Ah, no. ¡Ni de coña! Que se joda, y que se lo curre. Me ha mentido, me ha injuriado, y merece ser castigado. Vendetta.
-Calen, ¿te hago una lista de las razones por las que esto está mal? Si alguien entrara ahora:
1. Se va a confirmar que anoche yacimos juntos.
2. Se va a montar lo que no está escrito.
3. Se va a dudar de tu moralidad.
4. Se va a dudar de mi virginidad.
5…
-Cállate Yeny.
-Sí señor-soy muda. ¡A la mierda la vendetta! Llevo esperando esto…horas. Por Dios, soy una enferma
Calen se va acercando más a mí. Lentamente. Sus labios se entreabren para juntarse con los míos. Los míos se entreabren para recibir a los suyos. Puedo sentir su aliento, su respiración. Mi corazón late a mil por hora. Mis manos tiemblan. Casi puedo sentir su boca, su aliento. Sólo un milímetro más y…alguien-aporrea-la-puerta.
-¿Majestad? ¿Estáis ahí?-Perin. Calen y yo nos separamos inmediatamente
¡Será inoportuno el Doctor House! ¿No podía venir 5 minutos más tarde? ¿O 5 horas? Un momento. Es Perin. ¡Perin! ¡Socorro!
-¿Qué hace Perin aquí?-pregunto acongojada.
-Quería hablar con nosotros acerca de los rumores sobre lo que se supone que pasó ayer noche… ¿No os lo he dicho?
Yo niego con la cabeza.
-No… ¿Es necesario que esté yo? ¿No puedo escabullirme? ¿Puedes decirle que me he muerto?
-¿Pero qué os pasa con Perin?
-Que me da miedo.
-Ah, bueno. Pero a todo el mundo le ocurre lo mismo al principio de conocerle. Luego os acabáis acostumbrando. Dejadme hablar a mí. ¡Pasad Perin!
Por mí, Calen puede hablar todo lo que quiera, pero yo no pienso estar demasiado cerca de Perin para escucharlo. Así que doy la vuelta a la mesa, y me coloco al otro lado. Y Calen me sigue, “el muy valiente”. Perin entra en la sala, y con paso firme y solemne se dirige hacia nosotros, tomando asiento en frente nuestro.
-Sentaos, niños.
-Sí señor-obedecemos al unísono como movidos por un resorte.
Perin cruza las manos encima de la mesa, y nos mira fijamente largo rato con gesto torvo.
-Supongo que ya habrá llegado hasta vuestros oídos los rumores sobre el supuesto… desliz nocturno que tuvisteis anoche. Espero que no sean ciertos.
-¡Todo mentira, Perin! Puedes estar tranquilo-afirma Calen, y yo asiento marcadamente con la cabeza.
-Vos le estáis dando la razón, espero-observa Perin dirigiéndome una mirada inquisitiva.
-Sí, sí, por supuesto-afirmo yo sin dejar de sacudir la cabeza. Pero es que no puedo parar.
-Lady Deyanira, parad-me indica Calen entre dientes, y yo me detengo en seco.
- Bien, me alegro-Perin esboza una especie de sonrisa conforme-. De todas formas, tendremos que buscar una justificación coherente a todo lo que ocurrió ayer noche. Especialmente a vuestras actuaciones, mi joven dama.
Vale, lo admito, anoche hice le paripé…unas cuantas veces. Pero eso de buscar excusas…,¿qué más les dará a todo ese atajo de cortesanos cotillas lo que yo haga o deje de hacer? ¿Por quién me han tomado? Ah claro, la Dama.
-¿Y a cuántas situaciones le tendremos que buscar excusa?-pregunto asustada. En mi mente…unas cuatro o por ahí.
-Para empezar, a por qué abandonasteis corriendo el salón-¿cuál de todas las veces?-al acabar el juglar su relato-Ah vale, la primera.-. Causasteis una gran conmoción, los invitados estaban estupefactos.
-¿No podríamos decir que estaba enferma? ¿Qué necesitaba tomar un poco el fresco?-sugiero.
-Si os hubierais encontrado indispuesta., no hubierais salido corriendo como alma que lleva el diablo hasta los jardines-corrige Perin.
Calen alza la mano tímidamente, como pidiendo permiso para hablar.
-También podríamos decir que le pareció reconocer a algún familiar-propone.-. Eso explicaría sus prisas y crearía un sentimiento de compasión hacia ella.
-Mmm, podría funcionar-Perin se rasca la barbilla, pensativo-…Sí, podría resultar creíble. Diremos eso. ¿Y qué hay de vuestro abandono definitivo?
-¿Estaba enferma?-sugiero de nuevo con tímidamente.
-Muchacha, no os quedaréis tranquila hasta que no enferméis, ¿verdad?-me pregunta
La verdad es que, simplemente, no se me ocurre nada mejor. Nunca he tenido demasiada imaginación a la hora de buscar excusas.
-Bueno…eso explicaría por qué me retiré tan pronto, no volví al salón en toda la noche, y me he despertado tan tarde esta mañana. Sentía…ligeros mareos, y tenía un horrible dolor de cabeza, así que hube de ausentarme a mis aposentos-concluyo. Y Perin asiente para darme la razón.
-Pero eso no explica por qué su Majestad salió corriendo tras de vos, y no regresó al salón.
-La seguí para averiguar qué le pasaba, ella me dijo que simplemente pensaba acostarse a esperar a encontrarse mejor y yo me marche de allí. Estuve el resto de la noche en el mausoleo de mis padres-dice Calen lacónicamente. ¿Cuándo se ha preparado semejante coartada? Bueno, él ha tenido toda la mañana para pensarla. Y encima él estaba informado de esta reunión. Jugaba con ventaja.
-De acuerdo, diremos eso. Pero, ¿y los gritos?-inquiere Perin.
-Estoy muy pirada-respondo con total convencimiento.
Y mientras espero a que Perin me lance una mirada fulminante que me convierta en polvo, Calen me espeta un asombrado “¡Milady!”. Finalmente Perin, contra todo lo que yo hubiera creído, pronosticado, y desafiando toda ley de la naturaleza, se parte de risa y con ganas.
-No será necesario niña-la risa le impide hablar bien-. Creo que eso es algo que no tardarán en descubrir.
No se cómo tomarme ese comentario ¬¬.
-Pues entonces es que soy una pésima paciente. Su Majestad sólo quiso interesarse por mi estado y yo…le chillé.
-Eso os hará quedar en muy mal lugar-comenta Calen.
Ya lo sé. Pero mejor eso que lo que realmente pasó.
-Aunque si creéis que es lo mejor…-comenta de nuevo.
-Es lo que creo-afirmo.
Perin asiente con conformidad.
-Bien, pues esa será la versión oficial. Esto es todo entonces. O dejaré que terminéis de desayunar tranquilos-anuncia retirándose, peor yo vuelvo a hablar y lo detengo.
-Perin…señor, aún queda una cuestión. Está el asunto de si soy o no la Dama. Sé que aún no se ha anunciado nada oficialmente, pero seguro que los cien comensales de la fiesta de anoche ya tiene su opinión al respecto. Y que están esperando a que alguien se pronuncie sobre el tema.
-Entonces, ¿sabéis ya de vuestras sospechas para contigo?-pregunta.
-Yo mismo se lo conté anoche mientras estábamos en el jardín-informa Calen.
-Así es-corroboro-. Y creo que podríais estar en lo cierto.
-Entonces, supongo que sabrás que ese es un asunto delicado, jovencita-me indica Perin.
-Lo sé-afirmo-, pero no por ello deberíamos pasarlo por alto. Algo habrá que decir. Y pronto.
-¿Pronto?-pregunta Calen.
-Sí. De momento, los rumores sobre lo que hicimos o dejamos de hacer anoche han resultado mucho más interesantes. La gente es así de morbosa. Pero cuando lo aclaremos todo, empezarán a murmurar acerca de la extranjera de pelo dorado y voz hechizante. Y si nadie se ha pronunciado sobre el tema para entonces, sí que habrá problemas. El pueblo pensará que estáis reteniendo a la Dama, que le estáis impidiendo cumplir su misión. Y podría revelarse.
Silencio. Durante unos momentos que se me hacen eternos.
-¿La habéis informado ya acerca de lo que se discutió en el Consejo?-le pregunta a Calen.
-Vagamente…iba a hacerlo ahora.
Perin vuelve a sentarse en frente de nosotros con las manos cruzadas y el gesto torvo.
-Pues entonces me quedo-anuncia.



[1] Idea original de Marta de los Santos Motrel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario