domingo, 15 de noviembre de 2009

15 de julio: Lo que te conté cuando creía que dormías

Es la segunda vez en lo que va de semana que me encuentro en esta habitación, aunque ciertamente que ha sido más difícil llegar en esta ocasión. Si bien no tanto por la extrañeza que causaba en la gente en el apareciera en camisón con Perin llevándome del brazo (lo de dejar flipada a la peña cada vez que aparezco ya lo tengo asumido y más que superado), como por la odisea que ha supuesto llegar hasta aquí.
Par empezar, cada vez que nos cruzábamos con alguien de la corte, nos parábamos a evadir tan educadamente como Perin podía, las preguntas que nos hacían. Y si no nos hemos encontrado con 30 personas de camino a aquí, no nos hemos encontrado con nadie.
Luego nos hemos topado con una especie de cordón de seguridad formado por soldados que, si bien estaban dispuestos a dejar pasar a Perin, a mí por poco no me linchan. Vamos, que porque Perin les ha echado una de sus miradas de “haz lo que te digo o te succiono la alegría” que si no...a estas horas iba a estar yo aquí.
Después de pasar el cordón de seguridad, nos hemos cruzado con el Jefe de Protocolo, que no se le ha ocurrido mejor cosa que ponerse a criticar sobre que yo fuera en camisón. Normal por otra parte, que para eso es el Jefe de Protocolo. Pero, ¿qué hace un Jefe de Protocolo pululando por la zona X de un rey enfermo cuyo acceso no sólo es restringido, sino que además es limitado? ¿Temen que si se muere los pasos que se den no sean acordes al protocolo?...Vale Yeny, mejor no lo pienses. Desecha esa idea de tu cabeza. Piensa mejor que, en realidad, no era le Jefe de Protocolo, sino un mayordomo que la enorme cantidad de tila y valeriana que has ingerido antes te ha hecho confundir con uno. Sí, eso es. Mejor estar colocada que de funeral.
Y por último, al llegar a las puertas de la habitación de Calen, me encuentro con Eiris. Es cierto que en la sala debía de haber como media docena de médicos, una decena de guardias y el mayordomo alias “Jefe de Protocolo” que nos estuvo siguiendo hasta aquí, pero la primera persona a la que yo vi fue a Eiris. Y gracias al cielo que estaba sujeta del brazo de Perin, porque si no me hubiera vuelto a caer redonda en el sitio. Y la escena ha sido de todo menos discreta.
Eiris llevaba una bandeja con tazas y una enorme tetera de porcelana, que se le ha caído al suelo nada más verme, y acto seguido me ha señalado con dedo acusador exclamando:
-¿Qué estás haciendo tú aquí? ¡No deberías estar aquí!
Yo intenté hacerla entrar en razón:
-Eiris, por favor, no hablemos de esto ahora. No hay tiempo.
Pero fue inútil. Eiris estaba fuera de sí.
-¡Todo esto es culpa tuya! Tú te empeñaste en buscar ese pasadizo, en meterte por él, y en que el Rey fuera contigo. Tú te burlaste del poder del Bosque, y tú eras la que estaba distraída mientras al Rey de atacaban.
-Eir, por favor, intenta clamarte. Hablaremos de esto luego...-necesito que razone. No hay tiempo para discutir. No tengo tiempo para discutir. No tengo nervios para discutir.
-¡Fuiste una irresponsable! Lo trajiste hasta aquí, medio a rastras y semimoribundo, y luego pretendiste desentenderte de todo el asunto.
-¡No fue así Eiris! No tienes ni idea de lo que realmente pasó. Lo traje a rastras y medio muerto, sí, ¡pero me dejé el alma y el pellejo para traerlo hasta aquí! Puedes hablar todo lo que quieras, pero tú no estabas allí y ni te imaginas lo que pasó en realidad. Si hubiera sido una irresponsable, si me hubiera desentendido de todo, habría salido huyendo en cuanto esa rama lo atacó y ahora no estaría aquí.
-¿Y cuál hubiera sido la diferencia? Se va a morir igual. ¡Y va a ser sólo culpa tuya!
-¡Ya basta!-exclamó Perin por fin- Apartaos del medio muchacha, y controlad vuestros nervios. Puede que ella sea la única causante del estado del Rey, pero también es la única que puede curarlo.
Y sin esperar a que Eiris se aparte de la puerta, se dirige con paso decidido hasta la habitación, donde una nueva horda de médicos nos da la bienvenida. Tras despachar miserablemente a los médicos, asegurando que lo mejor para Calen era tenerme cerca, Perin me conduce hasta la cama de Calen, donde me siento. Calen no habla. Casi no se mueve. Casi no respira.
-Los médicos le han sedado-explica Perin-. Para que no sufra tanto.
¿Cuánto el debe doler? ¿Cuánto debe estar sufriendo? ¿Es posible que lo sienta estando dormido? No puedo imaginarme lo que debe ser sentir el veneno recorriendo tu cuerpo, hundiendo sus raíces en lo más profundo de tus órganos, devorando tu corazón, tu hígado, tus pulmones... He sentido el aliento de la muerte en mi nuca, he sentido la angustia de la falta de aire, la lucha por conseguir que el oxígeno llegue a mi cerebro, el miedo cuando todo empieza a tornarse negro y sientes que tu alma escapa junto al grito ahogado que sale de tu garganta. El dolor más agudo hundiéndose en mis entrañas.
Pero sólo era un sueño. Un recuerdo quizá. No era real. En cambio, lo que Calen siente es muy real.
Calen me despertó de mi pesadilla, lo menos que puedo hacer es corresponderle de la misma manera.
-¿Necesitáis algo? ¿Algún tipo de material?
No tengo ni idea. Bueno, tengo una ligera idea, pero no sé si resultará.
-Ponedlo boca abajo. Necesito verle la costra. Y traedme un bisturí esterilizado, paños calientes, y un vaso limpio.
Asintiendo con la cabeza, Perin gira a Calen y va a buscar lo que he pedido. Yo me quedo mirando a Calen con los ojos ensimismados, rozándole con los dedos la horrible costra verde, intentando reprimir mi asco todo lo posible.
-¿Os hace falta algo más?-pregunta Perin depositando las cosas sobre la mesilla.
-Marchaos. Dejadme sola. Y que nadie entre hasta que yo salga. Que nadie me moleste, Perin.
De nuevo, asiente.
-¿De verdad creéis que podéis curarlo?
-Nada perdemos por intentarlo.
Perin no dice nada. Simplemente me oprime ligeramente la muñeca, como si quisiera darme ánimos o dárselos a sí mismo. Y se va. Yo me tumbo junto a Calen. Me he quedado sola con él.
-Esto es lo último que deseaba Calen. De verdad. Yo sólo quería encontrar el Diario y volver a casa. Nunca imaginé que pasaría esto. Si lo hubiera sabido...jamás te hubiera llevado conmigo.
“Pero yo sólo quería estar contigo... Es lo único que he querido desde que te vi. Sé que últimamente no lo he demostrado demasiado...pero lo hice por ti... Bueno, realmente lo hice por mí. No quería, no quería enamorarme de ti Calen. Tenía miedo. Tú serías mi razón para quedarme y sabes perfectamente que no puedo hacer eso. Tengo que volver a casa, tarde o temprano, y eso significa que no puedo tener nada que me retenga aquí. Ni siquiera tú. Es lo más juicioso.
“Pero nadie ha dicho que yo fuera juiciosa. Y por mucho que yo intentara alejarme de tu presencia, no podía apartarte de mi mente. No podía dejar de pensar en ti, de acordarme de ti, de desear estar contigo. Y así fue como fallé en todo lo que me había propuesto. Sin darme cuenta, sin quererlo, me enamoré de ti.
“Sí, sí Calen, te quiero. Y sé que tú también me quieres a mí. Y desearía tanto poder estar contigo siempre... Por eso me duele tanto quererte, porque te deseo y no puedo tenerte.
“Y ahora tú estás a punto de morir y yo...¡y yo me pongo ahora a decirte lo que siento! Ya ves, ¿no te parece absurdo? Justo tengo que decirte lo mucho que te quiero cuando tú no puedes oírlo.
“Te juro Calen, que si sales de ésta, seré tu novia. ¡Y a la mierda el futuro, a la mierda lo que piensen los demás! Sólo estaremos tú y yo, ¿de acuerdo? Sólo tú y yo.
“Pero tienes que salir de ésta Calen. Tienes que despertar. Tienes que mirarme y echarme la broca `por estar en camisón y en tu cama. Y luego pedirme explicaciones. Y entonces volveremos a hablar de lo que sentimos. Y yo te abrazaré, y te besaré, y ya nunca me separaré de ti hasta que deba hacerlo. Y tenemos suerte de que no sepa cuándo será eso.
“Así que date la vuelta y mírame Calen. Date la vuelta y mírame. ¡Mírame!”
Pero Calen no se gira. Ni me mira. Sigue ahí tumbado, boca abajo, a mi lado. Casi sin moverse. Casi sin respirar. Como si estuviera muerto.
Al igual que en la búsqueda del pasadizo, al igual que en la charla con los cuadros, al igual que en la lucha contra la rama, sólo tengo una corazonada de que esto pueda resultar. Pero mis corazonadas no me han fallado hasta ahora. Así que a ella me queda aferrarme. Por Calen.
El Bosque es mi reino. Mi reino, mi Bosque. Mi Bosque, mi veneno. Si el Bosque entero me debe obediencia, el veneno también debería de obedecerme. Al fin y al cabo, es un “fruto del Bosque”. Así que lo voy a concentrar todo en un único punto desde el que sea fácil extraerlo después. Poso las manos sobre la costra de la espalda de Calen, cierro los ojos, y me concentro.
-Como Dama del Bosque te ordeno que acudas a mi llamada, y te concentres bajo mis manos.
Noto calor bajo las manos y el cuerpo de Calen empieza a convulsionarse violentamente. Cada vez noto más calor, y Calen se agita más fuertemente. Pero no abro los ojos, ni aparto las manos. Aguanto firme, hasta que se detiene.
Cojo el bisturí y le rajo la costra. De la herida empieza a supurar un horrible y espeso líquido negro. Lo recojo en el vaso, y limpio la herida con un paño. En cuanto el cuerpo de Calen queda libre del veneno su herida se cierra, y la costra desaparece. Es como si nunca la hubiera tenido.
Me alivia muchísimo ver que está bien. Me siento inmensamente feliz al saber que se va a poner bien, que vivirá. Me siento tan feliz y tan plena, que la emoción me impide moverme. Me limito a acariciarle cariñosamente el pelo. Calen parece profundamente dormido. Me dan unas ganas enormes de abrazarlo, pero no quiero despertarlo. Y me limito a seguir acariciándole suavemente el pelo. Pronto, Calen empieza a moverse. Se da la vuelta, abre los ojos y, por fin, me mira.
-Buenos días cariño.
-Deyanira...¿estamos en pijama en mi habitación? ¿Y me acabas de llamar “cariño”? ¿Acaso esa rama me mató y ahora estoy en el Más Allá?
-No Calen-respondo sonriendo-. Estás muy vivo. Estás en casa. Y yo estoy contigo.
-Estábamos en la habitación de Hiria. Y una rama me atacó.
-Te liberé. Y te traje hasta aquí.
-Tendría que estar muerto...
-Te curé.
-¿Cómo?
-Como tú siempre me decías. Usando mis poderes.
-¿Usando tus poderes?
-Claro que sí, cariño.
-¿Por qué me llamas cariño?
-Porque te quiero, Calen-le confieso. Y él me mira asombrado.
-Yo también te quiero, Yeny.
Es el momento. Me acerco lentamente a él, acariciándole con cariño la cabeza.
-Yeny, tal y como estamos, ¿crees que debemos hacer esto ahora?
¿Tal y como estamos ahora? ¿Se refiere a en pijama, en su habitación, completamente a solas y, no obstante, con decenas de personas esperando fuera que podrían entrar en cualquier momento para asegurarse de que ambos estamos bien? Qué mas da la gente que hay afuera. Lo importante es que nosotros dos estamos aquí dentro. Aquí y ahora.
-Calen, no volveremos a tener otro ahora.
Y le beso. Le beso con toda mi alma, con todo mi corazón, con todas mis fuerzas. Liberando en ese beso todo lo que había reprimido hasta ahora. Bebiendo de ese beso con sed ansiosa. Acariciando el cabello negro de Calen con infinita dulzura. Disfrutando de sus dedos recorriendo cada centímetro de mi espalda.
En este momento sólo existimos nosotros dos y este beso. Nuestras bocas, nuestras manos, nuestros cuerpos. Mi corazón latiendo desbocadamente en mi pecho. La agitada respiración de Calen en mis oídos. El deseo reprimido, la pasión desatada, el amor infinito.
Nos separamos simplemente para poder volver a respirar. Ambos nos quedamos así, abrazados, acariciándonos, mirándonos fijamente. Como tantas veces he soñado hacer. Ójala el tiempo se detuviera Y la eternidad congelara este momento.
Pero por desgracia, el tiempo no se detiene, y fuera hay personas sumamente preocupadas por la salud de Calen: una docena de médicos, unos diez guardias, Eiris, Perin, y el mayordomo alias “Jefe de Protocolo” que pulula por ahí. Por no hablar de las decenas de cortesanos que hay fuera del cordón de seguridad que acribillaban a Perin a preguntas cada vez que se lo cruzaban.
Así que me separo de Calen y me levanto de la cama. Él simplemente se queda tumbado, mirándome.
-¿Tan pronto te vas?-pregunta.
-Nos vamos-puntualizo cogiéndole de la mano e intentando levantarle-. Hay un montón de gente ahí fuera esperando saber si te he curado.
-Pues que esperen un poco más-contesta tirando de mí y empujándome encima suyo. Nos besamos de nuevo.
Podría quedarme aquí para siempre. Podríamos permanecer en esta habitación y ordenar que nadie nos molestara salvo para traernos la comida. Podríamos estar aquí para siempre., besándonos, acariciándonos, abrazándonos... A veces incluso podríamos hablar. Viviríamos en una especie de Nuevo Edén, como unos nuevos Adán y Eva...sólo que sin serpiente pululante y sin cólera divina que no expulsara de aquí. Probablemente nosotros tendríamos cólera periniana.
Pero la cara de preocupación de Perin se aparece en mi cabeza y comprendo que eso es sólo un sueño. Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer: salir ahí fuera y anunciar que Calen está curado. Luego tendremos todo el tiempo del mundo para estar juntos. Por eso me separo de Calen, me levanto de la cama Y esta vez le obligo a levantarse.
-Venga remolón, que tienes a todo el reino loco de preocupación.
Cogidos de la mano, nos dirigimos a la puerta, pero antes de llegar, nos paramos y volvemos a besarnos.
-¿Es necesario que salgamos ahí fuera?-pregunta al separarnos- ¿No podríamos quedarnos un rato más?
-No. Peor tendremos tiempo después-contesto dándole un pico-. Te lo prometo.
Iba a salir ya por la puerta, cuando Calen me detiene.
-Deyanira, sabes que en cuanto salgamos por esa puerta, no sólo tendremos que anunciar que estoy curado, ¿verdad?
Vale, bien, de nuevo el eterno tema del anuncio de nuestra relación. Pero esta vez me da igual. Que anuncie lo que quiera. No pienso esconderme. Estoy con Calen y le quiero. Que todo el mundo lo sepa.
-Te quiero Calen-contesto-. Te quiero y quiero estar contigo. Que se entere todo el mundo. Proclamémoslo a los cuatro vientos. Por mí, encantada.
Calen sonríe y me besa.
-Vamos entonces-dice. Y cogidos de la mano salimos por la puerta.
El estupor que causa nuestra aparición, o quizá debería decir la reaparición de Calen, es poco más que general. Los médicos que cuchicheaban entre ellos se callan en seco y miran a Calen desconcertados; los guardias se ponen más en firmes todavía, el mayordomo borde chasquea la lengua y niega con la cabeza murmurando “eso no es lo correcto”, Perin, con las cejas a 5 centímetros de sus ojos, dirige alternativamente la cabeza a Calen y a mí como si no supiera por quién sorprenderse más; y Eiris se lleva las manos a la boca ahogando un grito de asombro.
-Nuestra Dama me ha curado-anuncia Calen agarrándome cariñosamente por la cintura.
Perin es el primero en romper el hielo, abandonando su habitual seriedad y compostura y abrazando a Calen entre lágrimas repitiendo sin cesar:
-¡Hijo mío! Gracias a la Reina que estás a salvo. ¡Gracias, gracias Santa Reina!
Tras estrujar a Calen largo rato, lo suelta y me abraza a mí con la misma intensidad.
-¡Hija mía! ¡Hija mía! Sabía que tú podías salvarlo, ¡lo sabía! Gracias mi niña, gracias.
Mientras Perin me achucha, un pletórico Gern entra en la sal, y corre inmediatamente a abrazar emocionadísimo a su mejor amigo:
-¡Calen estás vivo! Gracias a la Reina. Nos tenías a todos preocupadísimos. Hierald no hacía más que recorrerse la sala de arriba abajo; y Stelln y Marku la han llenado de humo de tanto como han fumado para calmar los nervios.
-Estoy perfectamente bien Gern. Gracias a Deyanira.
Y es entonces cuando Gern suelta a Calen y me abraza a mí.
-Señorita, tu llegada a aquí ha sido una bendición mucho mayor de lo que creíamos en un principio.
-No ha sido para tanto...
El regocijo general es interrumpido por una voz grave que carraspea para llamar nuestra atención:
-Lamento interrumpir el momento tan feliz que a todos nos embriaga-comienza a decir la voz que, ¿cómo no?, corresponde al mayordomo alias “Jefe de Protocolo” de antes- pero, ¿debo recordarle a Su Majestad que vuestra milagrosa recuperación ah de ser anunciada inmediatamente?-pues va a ser cierto que el hombrecillo es el Jefe de Protocolo.
-No lo olvido Aoler. Iniciad los trámites inmediatamente pero, de paso, anunciad una cosa más-responde Calen sonriendo y abrazándome con fuerza-. Anunciad que la extranjera lady Deyanira, Dama anunciada por las profecías –“¡Eso aún no está ratificado!” se oye gritar a alguien que reconozco como Hierald. Ese tío siempre metiendo baza. Pero Calen hace caso omiso y continúa con su anuncio-, es amada por mí y yo lo soy por ella. Y desde este día iniciamos nuestro noviazgo.
Mientras un murmullo de evidente sorpresa recorre la habitación (y Perin y Gern esbozan una sonrisa con una más que evidente significación de “Yo ya lo sabía”), Calen y yo nos besamos.
-Bien, supongo que también podemos anunciar eso-dice Aoler.
-Pues hacedlo-ordena Calen al separarnos.
Por delante del Jefe de Protocolo sale, agitándose con furia, una melena negra. Eiris. Uy, esto sí que es raro. Vale que se cabree conmigo por casi cargarme a su rey, pero le he curado y aún así ella parece igual de...dolida. ¿Y si me estoy equivocando? ¿Y si lo que Eiris siente por Calen es mucho más que el respeto debido a su rey? Tengo que hablar con ella. Si Eiris está así por lo que yo creo, en parte es también culpa mía por no haber sabido darme cuenta de sus verdaderos sentimientos. Por no haber sabido interpretar las señales. No quiero que sufra. Es lo más parecido a una amiga que tengo por aquí.
-Debo ir a vestirme-indico a Calen separándome de él.
-¿Te veré en la comida?
-Por supuesto-respondo besándole de nuevo.
-Permitid que os acompañe milady-se ofrece Gern.
-Gracias, pero no será necesario-declino-. Sólo voy a...¡ponerme algo un poco más decente!-añado sonriendo.
Besando de nuevo a Calen, me despido de los presentes y salgo de la sala en busca de Eiris.
Corro por los pasillos en su busca, preguntando a todos los criados si la han visto. Finalmente, tras perderle la pista y reencontrársela unas cuantas veces, la encuentro en los jardines llorando a los pies de un sauce, valga la redundancia, llorón.
-Eiris...-la llamo.
No responde.
-Eiris...-la llamo de nuevo tocándole el brazo.
-¡Déjame!-exclama apartándose bruscamente y dándome la espalda.
-Eiris déjame que te explique...-comienzo.
-¿Explicarme qué?-me interrumpe furiosamente-¿Cómo casi consigues que maten a Calen? ¿Por qué te desentendiste tan rápidamente de llevarlo con los médicos y cuidar de él? Gracias, pero no quiero tus explicaciones.
-Tienes razón Eiris. Lo que hice no tiene nombre. Peor en mi defensa diré, que no creía que el Bosque fuera tan cruel. Y cuando volví aquí, mi propio corazón fue el que falló.
-¡Fuiste una irresponsable! Nunca escuchas. ¡Siempre tienes que hacer lo que quieras, da igual lo que digan los demás! ¡Y consigues que Calen te siga en tus locuras ciegamente! Sin pensar nunca en las consecuencias.
-Lo sé Eiris. Lo siento. Pero no me desentendí del todo. Liberé a Calen y lo traje hasta aquí. Y ahora lo he curado.
-¿Y crees que es suficiente? Puede que para todos esos estúpidos cortesanos a los que has encandilado con tus fingidos aires de Dama inocentona, lo sea. Pero no lo es para mí. Yo no puedo olvidar que por tu culpa Calen casi se muere.
Eiris se levanta de donde está y se aleja de mí, obligándome a seguirla.
-¿Estás tan cabreada conmigo por eso? ¿Porque casi mato a Calen?
Eiris se para en seco y se gira para mirarme con furia.
-Calen haría lo que fuera por ti. Daría hasta la vida por ti. Lo tienes encandilado desde que llegaste aquí. ¡Y ahora eres su novia! Pero tú no te lo mereces, ¿sabes? Él no debería estar con alguien tan atolondrado, irresponsable y alocado. Debería estar con alguien como...
-¿Cómo tú?-concluyo por ella.
Eiris no responde. Lo que significa que he dado en el clavo.
-Tú le quieres, ¿verdad?-pregunto. Pero ella sigue sin responder-Por eso estás tan furiosa-Eiris sigue en silencio-. Eiris puedes contármelo, de verdad. Si estás enamorada de Calen, dímelo. Desahógate. Si te duele que esté con él, dímelo y romperé nuestra relación.
-¿Y por qué ibas a hacer eso?
-Porque eres mi amiga. Y para mí una amiga es mucho más importante que cualquier tío del mundo-lo digo completamente en serio.
Eiris se queda mirándome un rato, suspira, y agita la cabeza como intentando acertar en por dónde empezar a contarme.
-Siempre he sabido que sería imposible. Él es el Rey y yo...una criada más de este castillo. De pequeños solíamos jugar juntos. Calen tiene una cicatriz en forma de triángulo en el brazo izquierdo. Se cayó y se raspó contra una piedra. Yo lo encontré y le llevé a que lo curaran. Teníamos 6 años. Desde entonces se convirtió en mi mejor amigo. Éramos inseparables. A los 14 años, cuando empezábamos a preguntarnos por qué a los hombres y las mujeres les gustaba tanto besarse en la boca, decidimos experimentar con nosotros mismos. Fue mi primer beso. Creo que me enamoré definitivamente de él en ese instante. Pero él siempre estaba cortejando a las hijas de los altos nobles de la corte. Y luego venía y nos contaba a Gern y a mí cómo había conquistado a la dama en cuestión. Y entonces solía aparecer Perin y se lo llevaba a rastras jajaja.... Al convertirse en Rey, nos fuimos distanciando hasta que, simplemente, acabamos siendo el Rey y la doncella. Yo nunca le dije lo que sentía y él...simplemente olvidó lo que fuimos.
No puedo creerme que Eiris me haya confesado algo así sin tapujos. No sé qué decir...
-No es que esté enfadada contigo por estar con él, es que...me siento impotente por saber que yo nunca estaré en tu lugar-termina.
-Eiris yo...
-Tú le quieres, ¿verdad?
Respondo con todo mi corazón:
-Como a mi vida.
-Entonces sé feliz a su lado. No seré yo quien te lo impida.
Ambas guardamos silencio. Ninguna sabemos qué decir. Quizá no haga falta decir nada.
-¿Era en serio lo que decías antes?-pregunta-¿Lo de que soy tu amiga?
-Claro que sí Eiris. Para mí lo eres.
Por primera vez, ella sonríe.
-Tú también para mí.
Ahora la que sonríe, soy yo.
-¿Por qué no me dijiste que querías a Calen?-pregunta.
-Porque pensaba que lo nuestro también era imposible. Algún día tendré que volver a casa, y entonces, ¿qué pasaría con nosotros dos?
-¿No te vas a quedar aquí? ¿Con Calen? ¿Conmigo?
-Hay mucha gente esperándome en casa Eiris. Personas que están tan preocupadas por mí como tú lo estabas por Calen hace unos minutos. Debo volver.
-¿Calen lo sabe?
-Sí-asiento-. Se lo dejé muy claro en su día.
-¿Y le da igual?
-Sí.
-Entonces sé feliz con él amiga mía. Sé feliz por las dos-responde abrazándome.
-Pero Eiris, tú...
-Estaré bien, Yeny. Te aseguro que estaré bien-promete separándose de mí-. Además, quizá esta sea mi ocasión de darle una oportunidad a Jaler.
-¿Jaler?-¡¿Cómo ha dicho?!-¿El mismo Jaler de la guardia de Calen?
-El mismo Jaler de la guardia de Calen-responde con una sonrisa pícara-. Me corteja desde hace tiempo.
Yo no puedo reprimir una exclamación de sorpresa:
-¡Cuéntamelo todo!-le pido.
-De acuerdo-concede-. Pero primero vamos a ponerte algo más decente. No querrás bajar a comer así vestida, ¿verdad? Aunque no creo que a Calen le disgustara demasiado.
Y así, cogidas del brazo y riéndonos, nos dirigimos a mi habitación mientras Eiris me lo cuenta todo acerca de sus, quizá, futuros amoríos con Jaler. ¡Con Jaler! Esta chica sí que es increíble.

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